martes, 24 de noviembre de 2009

El mejor amigo del hombre, el peor enemigo de mi hermana (no sé si tanto)


Erika, mi hermana, siempre va a recordar su cumpleaños número veinte como el más especial de su vida. No por la edad en sí, ni por los invitados y mucho menos por los ausentes, sino que ese año, recibió el regalo más inesperado que alguien puede imaginar.
Una amiga de ella (voy a escribir su nombre porque se merece el escrache), Laura Mottalini, le regaló dentro de una bolsita de cartón, un cachorro de unos cuarenta y cinco días, hermoso, como suelen ser la mayoría de los cachorros.
Erika jamás le había insinuado a su amiga que quería un perro, no le dijo envuelta en lágrimas que extrañaba a Candy, nuestra pequinez que ya había estirado la pata, nunca jamás de los jamases le había dado un solo indicio para que cometiera tremendo acto de desubicación.
Ahí nomás lo bautizaron Homero y él nos miraba, con sus ojitos azules, asustado y diminuto, con la pancita rosa y calentita y con ese olor característico que tienen los recién nacidos. ¿Cómo rechazarlo si no sabíamos en lo que iba a mutar?
La primera pista de que iba a ser deforme la vimos a los meses, cuando comenzó a crecer desproporcionadamente y los ojos ya no eran azules, sino marrones. Luego, comenzaron a aparecerle manchas negras por todo el cuerpo, como un dálmata paticorto. Y años más tarde, se redondeó tanto que terminó siendo un tamborcito de plaza (actualmente se encuentra a dieta estricta porque ya no podía caminar). Pobre Homerín. Para colmo de males, es un eterno cachorro a pesar de que ya tiene once años, nunca maduró, nunca se convirtió en adulto. Pero se comporta como un bebé o un viejito, que vendría a ser lo mismo.
Se hace pis cuando recibe una caricia (por la falta de costumbre debe ser), te recibe con el plato de comida en la boca corriendo atolondrado de acá para allá, simula que el gato es su enemigo delante nuestro corriéndolo con feroces gruñidos (y en realidad comparten el balanceado y duermen juntos). Todo para impresionar.
Pero lo que sigue a continuación me provoca compasión, un inmenso sentimiento de compasión. Resulta que mi hermana (recuerden: la dueña obligada de Homero) había ido a comprar un regalo, y su fiel perro la siguió sin ella advertirlo. Cuando se encontraba eligiendo una remerita, divisa una cosa redonda con patas cortas negro y blanco metido en la vidriera; y jamás atinó a hacerse cargo cuando la vendedora, indignada, preguntó si ese perro era de alguien. Ella siguió su camino como quien no quiere la cosa y el perro, lógico, la seguía por detrás, como intentando decirle con ladridos fuertes para que todos escuchen “no te hagás la tonta, traidora, soy tu perro”. Al cruzar una avenida, de vuelta a casa, Homero quedó del otro lado, Erika siguió muy campante, pensando que más tarde volvería, como siempre. Pero no supo de él hasta semanas después, cuando por obra del azar, una persona lo vio deambulando por las calles, lo llamó por su nombre y fue devuelto a su dueña, quien había creído haberse librado del pobre, fatigado, hambriento y agotado Homero.
Miren si será fiel, que apenas la vió, empezó a mover la cola de alegría, los ojitos le brillaban y daba saltitos (cortos) de felicidad.
A mi hermana la culpa le duró hasta que se enteró que había sido la mascota del centro comercial, que había comido más que en su propia casa y hasta había sido rebautizado como Firulai.
No quiero que piensen que Erika es una insensible; aunque cada dos por tres me llame a casa parándome el corazón diciendo que Homero se murió (y luego…risas); yo sé, tengo la certeza de que el día que eso pase, ella va a llorar (de alegría).

Fer (Hermanita, sabés que te quiero).

5 comentarios:

  1. "Buenisimo amiga!!! me mate de risa!!!! extraño pasar horas riendome de tus ocurrencias, te extraño mucho y te adoro!!!"

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  2. Pobre Homero, su dueña no lo quiere. ¿Pero la dueña tiene la culpa? Si a mi me hacen un regalo de esas características en un cumpleaños no sé cómo reaccionaría. Y si mañana viene alguien y para tu cumpleaños te regala un tucán? ¿Qué se hace con un animal que llega a tu vida de sorpresa? Más que un regalo Mottalini se quiso sacar un problemita de encima, por lo menos no lo dejo en la calle a la buena de Dios

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  3. Voy a empezar igual que Gaby: "Poooobre Homeeeero". Es que siempre que aparece el nombre de este perro con forma de termotanque le anteponemos ese adjetivo. Ese constante rechazo es la forma que todos tenemos de quererlo.
    Cruza de jabalí sin colmillos con dálmata mal estampado, Homero siempre se las ingenia para hacerse notar: comiéndose lo que no debe, aplastándose en el piso como un chicle al sol o interrumpiendo una reunión con su (casi siempre) inoportuna presencia.
    Igual te queremos (a vos Homero, pero a Mottalini la espera el cadalso).

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  4. "buenisimo fer, sabes q aunq no tengo tiempo para contestarte siempre leo tus notas, y m encantan!!!pero ya se nos va a dar!!ja
    "

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  5. Me regalaron una gatita de modo similar y estoy feliz con mi regalo, pero si no lo quisiera, no lo hubiera aceptado, después de todo, todos tenemos boca. Habría que ver si la hermanita de Fer tiene boca o si no es como piensa la escritora, por ahí, a Homero sí lo quieren.

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