miércoles, 27 de mayo de 2009

La inocencia perdida


“Aviso a todo el mundo que este asiento es mío!!!!! Asi que nadie se siente!!!!”
Debe haber tenido entre seis y ocho años, pero por la manera de hablar parecía mucho más grande. La cara sucia y hermosa, los ojitos pícaros, pero tristes, y los pies descalzos y percudidos. Actitud avasalladora, determinante; como si ya hubiese vivido muchos, muchos años. Pero no superaba el metro y medio.
Después del anuncio hecho a viva voz, se fue a vender un montón de cositas que tenía dentro de una caja: hebillas de todos colores, llaveros, prendedores. Y el asiento, como era de suponer, se ocupó. El hombre que se sentó fue advertido: “mirá que dijo mi hermana que nadie se siente, eh? Este asiento es de ella y yo se lo estoy cuidando”. Pero el señor, agotado por la jornada de trabajo, hizo caso omiso al comentario y le sonrió como si lo que acaba de escuchar fuese un chiste. Y no lo era.
Cuando llegó la “dueña” del asiento, no titubeó: eh, vos, salí ya mismo de mi asiento. El hombre, incrédulo volvió a sonreír. Pero ella estaba de verdad dispuesta a sacarlo a patadas. Salí de mi asiento te dije! Viste? Yo te avisé que este asiento era de ella. Ahora andate. Salí o me siento arriba tuyo. Y lo hizo. Al hombre no le quedó más opción que levantarse e irse. Y ella se sentó, satisfecha, mientras contaba la recaudación.
Toda esa situación me angustió. Porque en esas caras pude ver la de sus padres, sus abuelos y sus tatarabuelos, todos condenados al mismo destino de pobreza e indigencia. Si, ya sé; es largo el debate que puede hacerse al respecto, pero yo las tenía ahí. A menos de diez centímetros, escuché cómo hablaban, observé cómo se movían, y tuve la certeza de que eran adultos en cuerpos de nenas. Y eso es lo que lamenté. Que no tuviesen infancia. O que la infancia, para ellas, fuera eso. Y me sentí impotente y culpable. Impotente frente a una realidad repetida y tan difícil de cambiar. Y culpable por ni siquiera intentarlo.
Van al cole? No. Qué lindo anillo! Me lo das? Dale, dámelo. No puedo darte el anillo. Es el de casamiento. Ah, sos casada vos? Si. Y tenés hijos? Si, tengo una bebé. Y cómo se llama? Lara. Qué lindo nombre. Cómo se escribe Lara? Yo no sé escribir. Ni leer. Pero no me importa porque mi prima sí sabe y me dijo que me va a enseñar. Y cuando aprenda, voy a poder escribir mi nombre: Jimena.
Ojala Jimena (qué importa si va con G, con J o con X?) pueda escribir no sólo su nombre, sino todo lo que tenga ganas. Ojala tenga la posibilidad de acceder a un futuro mejor, distinto al presente que ahora tiene. Pero mientras … qué hacemos?

Fer (hoy me puse seria)

jueves, 21 de mayo de 2009

Ni(ck)siquiera algo original


Lo más probable es que al publicar lo que sigue, tenga un batallón de enemigos.
Pero ellos se lo buscaron. Me la dejan ahí, picando, como sugiriéndome, dale Nanda, escribí una Crónica de ésto. Y yo, que no puedo resistirme a las guiñadas de ojos, caigo al pie, lista, de punta en blanco, dispuesta a disparar sin fallar al objetivo.
Nicks, voy por ustedes.
Son una especie de diario íntimo on-line, un ránking minuto a minuto, donde la vida se relata desordenada, sin hilos conductores, desprolija; dejando al descubierto al protagonista, pintándolo de pies a cabeza.
Algunos causan intriga, como quien escribe: “si! lo logré” y uno, de chusma, inmediatamente se ve tentado a preguntar qué será lo que logró, no? Hay otros que causan cola de paja “te odioooo!!”, a quién, a mí??? Qué le habré hecho? No, seguro que no es a mí, y si lo es, no sé por qué será.
Los hay también tremendamente románticos “gracias mi amorcito por ser como sos” (esos son los peores), y ahí uno duda de la estación del año; acaso eso no está permitido sólo en primavera?
Después están los que van cambiando en el trascurso del día y así nos enteramos cómo va fluctuando el estado de ánimo del autor. Y lo imperdonable: cuando reemplazan las palabras por dibujitos molestos y uno tiene que andar adivinando qué será lo que quiere decir ese muñequito con cara de nada que tantas acepciones podría tener.
Quisiera, cómo quisiera transcribirlos en este instante a los que tengo de mis contactos! Es un verdadero esfuerzo ir en contra de este instinto delator, pero lo haré. O quizás pueda ejemplificarlo con uno que se que jamás leerá esto…pero si lo hace? La idea es no ofender a nadie. Entonces mejor no. Lo dejo así.
Menos mal que yo sólo lo uso como medio propagandístico: http://www.lascronicasdenanda.blogspot.com
La Lic. EliZabeTH llegó a la radio. FM104.3 sábados de 13 a 14 hs-

Fer

lunes, 18 de mayo de 2009

Mi marido el asesino


No puede ser que haya tardado tanto en darme cuenta. En qué planeta vivo.
Si bien algo comencé a sospechar hace unas semanas, no pude confirmarlo hasta hace unos días.
Federico, mi marido, también es Fredy. Y además de trabajar en una empresa de electromedicina, mata gente por Internet.
Yo noté que le dedicaba más tiempo (de lo habitual) a estar frente a la computadora, pero al no prestar atención, imaginé que jugaba al fútbol, o a las carreras de autos. Lo cierto es que, de casualidad, me confesó todo: que su nick de asesino es Fredy y que anda como loco con un juego que consiste únicamente en matar gente. Así, lisa y llanamente, matar gente.
Ah, bueno, pero tenés que pensar estrategias? No, sólo apuntás y matas. Ajá... Si, además está buenísimo porque como hay gente conectada de todo el mundo, luchás contra ellos. Y además, hay unos camiones de guerra que pueden subirse hasta tres personas, pero los otros dos van por donde los conduce el tercero.
Yo, que a lo máximo que jugué en mi vida fue al tetris, o (qué loca!) al pacman, no entendía nada.
Cómo que vas matando gente? Los ves? Si, cada uno que ves en la pantalla, es una persona conectada (¡!???)

Ahora ando asustada escondiéndome detrás de las paredes, muerta de miedo. A ver si se piensa que soy uno de esos muñequitos y me baja de un tiro.
Ah…pero es un juego entonces??? No vas a ir preso cuando te descubran? No voy a tener que llevarte comida, ropa y demás enseres a Caseros?
Si claro, tenés razón, en casa lo más parecido a una ametralladora que tenemos es el palo del escobillón, pero bueno, no había pensado en ese detalle. Debe ser porque el verbo “matar” anuló al sustantivo “juego” y ahí comenzó el malentendido.
Es que nunca me gustaron los video juegos, cuando entraba a uno de esos locales llenos de maquinitas, me cuerdo que empezaba a dolerme la cabeza de una manera insoportable.
Al fin y al cabo, cuando de juegos se trata, no hay distinción de edad. Sino, pregúntenle a mi hermano por qué le compró la Play 2 a mi sobrinito.

Fer (game over)

jueves, 14 de mayo de 2009

Muralito


Preparar un evento, por más simple que sea, es estresante. Hay que estar en todos los detalles, lidiar con esto, con aquello y lo más importante: rogar a Dios que los astros estén alineados para que nada falle.
Recuerdo haber pasado por esa situación cuando me casé; salir del trabajo a las corridas para elegir manteles, caminos, platos de sitio, centros de mesa, torta, música de entrada al salón, a la iglesia, invitaciones e infinidad de etcéteras. Por lo general, eso se hace de a dos, en primer lugar porque es algo que involucra a la pareja y en segundo lugar porque sería imposible de otra manera.
Pero hay cosas que cada uno debe hacer por su lado, como ser la prueba del vestido, el maquillaje y la elección del ramo, en el caso de la platea femenina. Y el traje, en el caso de los muchachos.
Averiguando maquilladora, llamé a una que me habían recomendado y acordamos una prueba. Me dijo que también era peluquera, por lo que, matar dos pájaros de un tiro con la escasez de tiempo pisándome los talones, me pareció perfecto y coordinamos también la prueba de peinado.
Apenas la vi, dudé que esa mujer pudiera peinar y maquillar a alguien. Pero no hay que ser prejuicioso.
Sacó de su bolsito unas pinturitas que parecían las de “Juliana maquillaje”, que no las conocía ni el fabricante. Sin espejo de por medio, comenzó su tarea. Yo lo único que quería era que terminase, anticipando el resultado desastroso que iba a comprobar minutos más tarde.
Cuando terminó de hacer su collage en mi cara, siguió con mi pelo (parece que la saña era grande). Lo llenó de hebillas invisibles que las veía hasta un ciego por cómo las había colocado y me dijo listo! Te podés mirar.
Ahhhhh noooooo! Yo no puedo explicarles el desastre que me había hecho! Tenía los pómulos rojos, pero bien rojos, como si me hubiesen aplastado un tomate en cada cachete; el rimel estilo parkinson, todo corrido; la sombra traspasando el ojo. Por un momento pensé en la posibilidad de caratular esta atrocidad como venganza, pero era imposible. Nunca antes me había cruzado con esta impostora. Quizás haya sido en otra vida.
Abrigué la esperanza de que mi cara le haya transmitido mis ganas de ahorcarla sin más. Y por lo visto así fue. No hizo falta decirle nada. Le pagué (si, encima le pagué) y se fue con un “cualquier cosa, avisame”.
Sisisi, quedate tranquila, ya mismo arranco yo con el bricolage de pegar tu foto por todo el barrio para que no haya una sola víctima más.
Qué acertado estaba Tusam (QPD) “todo puede fallar”

Fer (versión Crosty)

martes, 12 de mayo de 2009

Sorpresa (y media deprimente)


Se ganó el premio al ladrón del siglo. Qué hace Julián Weich en la tapa de una revista para maestras jardineras, enseñando a los más chiquitos a aprender las tablas con cd incluído???!!!! Y a mi que me cae de mal! Porque lo veo falso, con esa risita impuesta todo el tiempo. Y peor aún: NO ES GRACIOSO. Esos gestos emulando al gran Jim Carrey me resultan patéticos-
Dentro de la fábula del espectáculo, debe haber varios ladris, pero este muchacho rankea alto.
Está Fabián Gianola, gran ponedor de kioscos, pero todos dignos (acabo de acordarme una publicidad donde se disfrazaba de caperucita roja que hace peligrar el adjetivo digno). Sin embargo, el papel entrañable que hizo en la familia Benvenuto, lo exime de por vida de cualquier actuación vergonzosa. Fabián Gianola cae bien. Es simpático y espontáneo. O al menos logra dar esa sensación de él mismo a los demás.
También hay otras que están incursionando en el rubro, fruto de las mieles de la fama reciente. Un exponente de ese tipo podría ser esta chica que salió de Gran Hermano, con pinta de gato feo pero que ahora se la ve un poco mejorada, cómo se llama…no estoy simulando, de verdad no me acuerdo el nombre…Gimena Capristo! Ahí está, me salió. Entre otras cosas, me imagino, hace de modelo en un local de ropa interior erótica para mujeres. Bien ahí Gimena! Le vamos buscando la beta. Felicitaciones.
Podría seguir, pero no tengo ganas. Estoy un tanto cómo decirlo…abrumada? Si, puede ser. Al final, mal que me pese, Jorge Rial tenía razón: “Argentina, país generoso”.

Fer (nanda)

viernes, 8 de mayo de 2009

Punto y aparte!


Buenísimo!!!! Tengo 546 puntos para canjearlos por premios!!!!! Entusiasmadísisisisima, entro al Catálogo on line y descubro que no me alcanzan ni para un juego de repasadores. Ni siquiera para una cuchara de madera; para eso hay que tener alrededor de 1400 puntos, mínimo. Entonces a la primera conclusión que llego es que para poder acceder a algún producto mas o menos interesante, tenés que tarjetear a lo loco; la segunda es que para tarjetear (y poder pagarlo) debés tener unos ingresos que te permitan hacerlo y la tercera, es que este tipo de “promociones” me excluyen completa y absolutamente. Motivo por el cual decanta una cuarta conclusión: los beneficiados son, una vez más, los que más tienen.
Si, okey, ya se que no es un descubrimiento genial. Todos ya se habrán dado cuenta que la ecuación es así. Y que los incrementos de todo tipo, en la mayoría de los casos, afectan al desgastado bolsillo de la clase media (la baja ya ni siquiera entra en discusión) y que la balanza de la equidad social nunca fue tal. Pero no por eso dejan de sublevarme este tipo de situaciones.
Desde que el mundo es mundo que existen las desigualdades, no hablando en términos de capacidades, sino de oportunidades, que es la más terrible de todas. Ya lo proclamaron los franceses en su revolución: libertad, igualdad y fraternidad…(un segundo que busco esas tres palabras en el diccionario). Listo. Es que no me acordaba lo que significaban. Ahora que refresqué la memoria corroboro que definitivamente habrán quedado en otra parte, porque acá por lo menos, creo que nunca llegaron.
Hay otras que resuenan como eco y que tan bien quedaban en los discursos políticos. Se acuerdan de la Justicia Social, la Soberanía Política y la Independencia Económica??? Si alguien sabe el paradero, avisen por favor, que hace rato que las ando rastreando.
Igual, la vida te recompensa, junté unos puntitos pagando muuuuchas boletas por Internet y me alcanzó para tres chocolates y medio kilo de café.
Vamooooooos!!!!!!!!!!! Quién dijo que todo está perdido….

Fer (pum! para arriba)

lunes, 4 de mayo de 2009

Mirame, mirame, mirame,mirameeeeeeee


¿Hay necesidad? ¿No le resulta incómodo andar llevando a cuestas a sus seis (¡!) hijos colgados del cuello? Yo, que soy madre, adhiero a la idea de que ellos son nuestro mayor orgullo, pero de ahí a colgármelos en forma de dije creo que hay una gran diferencia.
Me pasé todo el viaje mirándola y es verdad, llamaba la atención…una mujer joven con seis hijos enchapados en oro, no pasa desapercibida. Pensé que quizás ese haya sido su objetivo: llamar la atención y esas criaturitas ni siquiera fueran de ella; tal vez tenga dos o tres, y el resto es puro relleno, como para que la gente piense: qué valiente! Qué audaz! Traer seis hijos al mundo (y a este país en particular)! Y qué bien se mantiene! (eso último lo pensó quien escribe).
Barajo esta teoría de la mentira porque me resulta impensado poder mantener tantos críos, salvo que ambos progenitores sean magnates americanos.
Y además, me dieron ganas de aconsejarle que, tal como está planteada la situación actual, no tiente a la mala suerte de quedar con tortícolis por un arrebato inesperado.
Quizás piense de esta manera porque no soy amante de la bijou , y menos de materializarla a través de muñequitos feos. Imagínense ir por la vida, cual ekeko,con toda la troupe de hermanos, tíos, nietos, sobrinos y demas allegados. La carga, sería un peso inhumano.
Señora, si tanto le gusta adornarse, cómprese una linda cadenita, agréguele un bonito corazón opaco (cosa de no avispar malandras) y salga nomás a la calle. Pero a los chicos, déjelos tranquilos en casa.

Fer (intolerante?)