lunes, 31 de agosto de 2009

1, 2, 3...Estatua!


Siempre que paso, los veo derechitos, parados, impolutos con sus uniformes azules y rojos, sus sombreros con plumas, sus botas de montar.
Cada no sé cuántos minutos, rotan sus puestos, caminando menos de tres metros de distancia, y vuelven a ser estatuas.
Siempre que los veo, me pregunto qué sentido tendrá resguardar ese mármol; para qué tanta inmovilidad, tanto silencio. Quién los estará controlando para que cumplan su función con tanto ahínco.
Siempre que me pregunto qué sentido tiene todo eso, trato de imaginarlos en jeans y zapatillas diciendo “quién me mandó a hacer esto?”
Lo que vi hoy fue un hallazgo, una revelación.
Subí las escaleras de la Plaza San Martín, caminé unos metros y ahí estaban, fumando, despatarrados, riendo, diciendo malas palabras…hablando y en movimiento!!! guauuu!!!
Mi paso acelerado, me impidió escuchar en detalle lo que decían; pero viendo sus caras, pude intuirlo: estaban tramando la fuga! Era un complot, no cabían dudas; el tono alto de las voces era para no quedar en evidencia, era obvio.
Tenían la bandera argentina en la mano, pero esta vez no estaba toda dobladita, con el sol de frente…era un manojo de tela celeste y blanca, sin ningún tipo de elegancia. Otra pista.
Muchachos, quédense tranquilos, no pienso delatarlos. Eso no es traición a la Patria, es ser piadosos con sus cuerpos cansados de la rigidez. Fúguense sin culpa ni remordimientos.
Rueden por la lomada de la Plaza, como voy a hacer yo, apenas me anime a llegar a casa llena de pasto sin que mi marido piense nada malo.

Fer (Febo asoma)

miércoles, 26 de agosto de 2009

Cantinero, cantinero!


Sonó el despertador, furioso y agotado de hacer ruido cada cinco minutos, hasta que me levanté, haciéndolo callar de un golpe seco y en el blanco.
La luz entraba por la persiana, en un diseño de redondeles y líneas cortas y advertí que el día estaba lindo.
Me cambié semidormida y por inercia, como casi siempre; me lavé la cara, los dientes, me puse base, delineador y máscara para pestañas y salí apurada hacia la estación de tren.
No me sorprendió la fila que había para sacar el boleto. Ni que llegase demorado 10 minutos. Tampoco viajar parada, y mucho menos apretada.
Lo único que me llamó la atención fue olor a alcohol que tenía el señor que viajaba pegado a mí. Era penetrante, asfixiante.
Cada uno elije con qué desayunar, pensé con el estómago vacío. Y sin entrar en la temática etílica y los problemas que genera, comencé a sentirme un tanto mareada.
Traté de aferrarme a mi muñeca, en busca del 212 de Carolina Herrera, pero éste había sido devastado por el otro, mucho más fuerte se ve… temí quedar expuesta a un control de alcoholemia previo ingreso a la oficina, o peor aún, no poder hacer medio metro en línea recta.
Por todos los medios intenté alejarme, pero era imposible. Ya todo olía a vino tinto fermentado.
Cuando llegué a destino, ví las cosas con otros ojos. Sonreía sin razón aparente, se me enredaban las piernas sin poder hacer nada al respecto y las agujas del reloj estaban al revés.
No me contagié la Gripe A cuando estábamos en alerta máxima y vengo a contagiarme tremenda borrachera matutina. Cosa e´mandinga!


Fer (hip hip)

martes, 18 de agosto de 2009

Che, evitá colgar eso!



Si Evita tuviera la posibilidad de ver dónde pusieron un cuadro de ella, no lo podría creer. No entendería que su cara, transformada en una gigantografía, esté colgada en la entrada de un lujoso hotel boutique del centro porteño.
Justo a ella, que emanaba una fuerza que barría con todo (y todos) la vienen a usar de fondo decorativo en una recepción donde, tal vez, nunca hubiese entrado.
Pero la historia tiene este tipo de contradicciones y Eva ya no está presente para verlas. O si, pero desde otro plano inobjetable e invisible.
Acaso El Che se hubiese imaginado alguna vez, ver su rostro estampado en millones de remeras, gorros, banderas o tatuajes? No lo creo. Y ahí lo tienen convertido en souvenir para todos los gustos.
Porque ambos, estaban destinados a trascender. A dejar su rastro en la historia, generando amores-odios tan inmensos que hasta tienen sus biógrafos especialistas, cada uno dispuesto a vencer al otro con una anécdota inédita e inigualable. Sin embargo, son todas tan parecidas entre sí, que la veracidad temblequea ante cada nuevo relato.
Que Evita era una trepadora ignorante con aires de diva, que no, que era la abanderada de los humildes, la única mujer que Perón amó, la madre de todos los descamisados del mundo; no, en realidad era una facha antisemita con ideas hitlerianas.
Que El Che era un terrorista, un idealista, un revolucionario, un perfecto idiota por creer poder con todo. Y así terminó, muerto con un supuesto: apuntá bien, que estás a punto de matar a un hombre.
Probablemente hayan sido así de duales, y por eso generen tanta controversia. Por la manera en que vivieron la vida, al límite, como si supiesen que iban a morir jóvenes y no quedase tiempo que perder. Pero no lo sabían, cómo saberlo; simplemente fueron fieles a sus ideas y buscaron la manera de llevarlas a cabo, cada uno a su manera.
No se si existe algo tan tajante, tan determinante como la certeza de tener un ideal; sentir que el corazón se te enciende por una causa que se cree justa y poder accionar sobre ella. Y lograrlo. Debe ser glorioso. Orgásmico.
Fueron seres pasionales en sus temperamentos, ambiciosos en sus proyectos, desbordados en sus sueños.
Lo que lograron, a la luz de la historia, no fue poco, qué va a ser poco… decir Evita y que no haga falta aclarar de quién se trata.
Decir El Che, sin que nadie lo confunda con ningún otro: Ernesto Guevara de la Serna.
Porque evocaban todo en si mismos; apellido, historia y revolución.
Hasta la Victoria Siempre.

Fer (Patria o Muerte Venceremos)

jueves, 13 de agosto de 2009

Sin título y sin Foto. Así nomás.

“Puedo escribir los versos más tristes esta noche,
Escribir, por ejemplo, la noche está estrellada y tiritan azules los astros a lo lejos”

Así empezaba Pablo Neruda su poema, tan triste. Y aunque no sea devota del rubro, debo confesar que ese, especialmente ese, me gusta mucho. Porque sus líneas cobran vida cuando son leídas.

Yo también podría escribir los versos más tristes esta tarde, pero seguro no me saldrían así de bien. Entonces, a modo de consuelo, escribo lo que escribo, para darme el lujo del desahogo sin lágrimas.
Me entristece saber que la vida toma rumbos que no son los que uno hubiese querido o imaginado, pero es una realidad irrefutable. Sucede.
Me apena saber que la gente que uno imaginaba eterna, de repente se esfuma sin avisar siquiera. Pero ésa es otra realidad tan irrefutable como la anterior.
La gente cambia, cambiamos, todo es parte de un proceso. Y las mitades a veces no coinciden.. No es ninguna novedad.
Ya lo escribió Tomás Eloy Martínez en su libro Santa Evita “Un hombre nunca es igual a sí mismo, se va mezclando con el tiempo, con el espacio, con los humores del día, y los azares lo dibujan de nuevo. Un hombre es lo que es, pero también es, lo que está por ser”.
Yo agradezco haber sido lo que fui, con mis virtudes y miserias, y agradezco haber tenido la oportunidad de conocer la gente que conocí, porque algunos más, otros menos, me han brindado la posibilidad de sentirme parte.
A mis afectos presentes, a los que están lejos, a los que se fueron para siempre, a todos ellos va dedicada esta Crónica.
Gracias por haber estado presente, de una u otra manera.

Fer

miércoles, 5 de agosto de 2009

Garganta con arena


Me costó reconocer mi propia voz en ese “buen día” de ultratumba que salió de lo más hondo de mi ser… Cacho Castaña tomó posesión de mi cuerpo, fue lo primero que pensé. Lo segundo fue optar por Adriana Varela, para equiparar sexos.
Pero después, cuando la garganta comenzó a doler, deseché los fantasmas de la posesión, y me auto diagnostiqué “laringitis”, la enfermedad de las Laras, que justamente padece mi hija en estos días.
Respirar, tragar, o tan sólo hablar, me resulta un acto descomunal, casi heroico. Pero los tres son inevitablemente necesarios.
Me tomé la fiebre con el termómetro digital, quien no merece un solo grado de mi confianza y marcó 36.8. Pero siento como si tuviese 39.5.
Afortunadamente, en la puerta del edificio donde trabajo, venden dos paquetes de pañuelos descartables por dos pesos, me pareció una oportunidad para no dejar pasar. Y arremetí con todo: dame cuatro, le dije (ya gasté tres, imagínense mi estado).
Esto me recuerda cuando estuve de viaje de egresados en Bariloche; quedé disfónica el primer día y el médico del hotel, me dio unos caramelos que deben haber sido milagrosos. Porque los usaba como la pócima perfecta ante cualquier tipo de dolencia. Una de de dos: o era un hallazgo de la medicina moderna, o el médico era un chanta.
En un rato voy a tomar un té con limón y miel, de esos que me daba mi abuela para que se me pase la carraspera.

Fer (áspera)

martes, 4 de agosto de 2009

Pijamas versus Jogginetas


Nunca en la vida usé pijamas. Siempre sirvieron para ese fin, joggins viejos, babuchas, shorts pasados de moda.
Recuerdo que en los días previos al casamiento, la preocupación de mi mamá era qué iba a ponerme para la noche de bodas…eh? Noche de Bodas? Ay mamá, esa noche no existe. Primero porque no es de noche, y segundo porque con los 220 clips que me puso el peluquero en la cabeza, no hay nuevo marido que resista la espera de sacarlos. Pienso ponerme mi calza rota, la que uso siempre.
Ay, Fernanda! Cómo te vas a poner eso? Vas a estar hecha una zaparrastrosa! Mamá, Fede ya me conoce, sabe que no uso pijamas. Menos camisón, olvidate. Es lo más incómodo que existe. Te levantás con toda la tela en el cuello.
Pero se ve que no la convencí. Porque a los días se apareció con un conjuntito rosa con lunares negros, divino, pero…yo no uso pijamas!!!!!!!!!!
Para no despreciar el gesto, se lo recibí y lo llevé en la valija rumbo a la luna de miel. Tuvo suerte, viajó a Cataratas, se alojó en un hermoso hotel, pero el pobrecito nunca logró salir de la valija.
Lo usé un par de veces, pero las jogginetas se pusieron celosas y tuve que archivarlo en el cajón.
Finalmente tuvieron destinos separados. La parte de arriba la doné a un hogar y la de abajo se la di a un amigo muy especial.
Cosas que pasan.

Fer (NO al babydoll)