lunes, 28 de junio de 2010

Una cuestión gramatical


Corría el año 1989, yo estaba cursando tercer grado y estábamos en clase de lengua; la consigna era armar palabras con letras sueltas que previamente nos habían sido entregadas, y quien más palabras formara, tendría un premio.
Motivada por el incentivo, puse en práctica toda mi imaginación y armé más palabras que nadie en el grado. Cuando le entregué, orgullosa, mi cuaderno a la señorita, ví que una línea roja e injusta tachaba una de las palabras, lo cual me dejó fuera del podio, y el premio fue para otro.
La palabra que había puesto como incorrecta fue ROSQUETE; me dijo que se escribía RODETE. Y no, señorita maestra, yo quería formar, con todas las letras que me quedaban, ROSQUETE, que es como una especie de factura redonda, con un agujero en el medio, tipo donut, o tipo rosquilla de Homero, bañada en merengue, riquísima, típica del Norte.
Le expliqué, entre pucheros de rabia, que esa palabra existía, que no era un invento mío; le dije que acá, en Buenos Aires, los rosquetes no se conocen, pero que en Tucumán los vendedores los llevan en enormes bandejas de mimbre y los venden, casa por casa, y la gente los espera rogando que les queden unos cuantos, para comerlos mientras toman mate. Le conté, que luego de comerlos, las manos y la boca, quedan teñidas de blanco y que el placer más grande consiste en chuparse los dedos y esperar al día siguiente para saborear otro más. Le expliqué todo eso, pero aún así, me aseguraba estar equivocada. In jus ti cia! In jus ti cia!
Decidí darme por vencida, hacer como si ella no estuviese errada y volver a mi banco, esperando el placer de los dioses.
Hoy llegó ese día: Escuchame, maestra de cuarta de tercer grado, sí sí, a vos te hablo; de tu nombre no me acuerdo, pero sí de tu permanente mal hecha, de tu cara de nada absoluta y de la vez que me tachaste “rosquete” con total ignorancia e impunidad. De eso me acuerdo clarito. Espero que durante estos años te hayas amigado con el diccionario, para no cometer nunca más, la brutalidad de desilusionar a una criatura de 8 años con tu escaso sentido de la educación.
Ah,y por las dudas, acá te transcribo dos de las cuatro acepciones, según la real Academia Española. He dicho.

rosquete.
1. m. Rosquilla de masa, algo mayor que las regulares.
2. m. C. Rica. Pastelillo de forma rectangular, hecho de harina gruesa de maíz y azúcar.

Fer (rosquete zoquete, rosquete!)

jueves, 17 de junio de 2010

La Argentinidad al palo (del arco)


Primer tiempo, en viaje.
Primer gol, apenas bajé del tren.
Festejo en Plaza San Martín, lleno de gente.
Segundo tiempo, en un bar, SOLA.
En todas las mesas, al menos había dos personas.
Segundo gol, todos abrazados. Viva Argentina! Iupi iupi!
Yo sola, gritando como desquiciada.
Tercer gol, el chico de la mesa de enfrente agarra con ambas manos sus partes pudorosas haciéndole gesto a la pantalla del televisor (a los jugadores coreanos, supongo) como diciendo “tomá ésta".Cochino.
Yo siempre sola, hasta el final. Bueno, tan sola no, pobre mi café con leche y el tostado, que me acompañaban.
Cuarto gol (fueron cuatro, no?) aplausos generales, más abrazos, dos se palmearon los hombros, como que no les dio para abrazarse.
Final del partido. Emoción.
Pagué la cuenta, rompí el ticket y en un acto de algarabía entusiasta, los desparramé por la vereda. Re loca.

Fer (vamos Argentina, carajo!, con más énfasis en la parte de carajo)

viernes, 11 de junio de 2010

We are CHUSMAS


(…) Lo peor de todo es que fue con una amiga. O sea, la piba era amiga mía y estaba todo bien; ese día estábamos los tres en la puerta de casa, yo iba y venía, de adentro hacia fuera, los ví juntos en una de las veces que salí, pero lo dejé pasar, no le di bola. Y no es por justificarlo, pero para mí que ella lo buscó.
Bueno, la cosa es que la llevamos en el auto, porque a la piba no la dejaban andar sola por la calle y la dejamos en la casa. Cuando volvíamos, solos, lo encaré (…)?????????
MALDITO COLECTIVO QUE VINO ANTES DE QUE ME ENTERE EL FINAL DEL CULEBRÓN!

Ferchu(sma)

jueves, 3 de junio de 2010

Lara la empacada


Ella me dice “soy un pez”, mientras nada en su mar imaginario, que en realidad es una bañadera de bebé que ya le queda chica.
Ella me sonríe desde esas profundidades con olas inmensas, pone caritas, hace ojitos, se ríe y en su aleteo, me empapa. Ya no necesita que yo la sostenga de los brazos para no hundirse, sólo que la observe, para sentirse segura. Y ante cada un ya está mío, hay veinte un ratito más de ella. Entonces, cuando se agota la espera y una toalla con capucha la envuelve, le pinta la ciclotimia femenina y el dulce pececito que hace unos segundos nadaba apacible, se transforma en un león furioso que compensa la falta de garras con patadas desquiciadas; divina la nena.
Es en ese momento cuando más vulnerable me siento. Porque el límite de perder la cordura es tan finito, tan invisible.
Y me propongo, ejercitar la paciencia como un aprendiz de buda, sacar a relucir mis mejores estrategias de madre con dos años y tres meses de experiencia y sonar convincente.
Y después de practicar y practicar, me convertí en experta contadora de cuentos cantados, puedo dar cátedra de psicología inversa, hacer mil cosas al mismo tiempo, abstraerme del sonido y convencer a un ateo sobre la existencia de Dios. Puedo controlar las situaciones y mis emociones. Lo puedo hacer. Lo puedo hacer. (Aplausos)
Pero cuando son las doce de la noche y ella sigue dando vueltas, con la energía de las dos de la tarde, cuando le digo que coma y me pide el postre, cuando la cambio y llora porque no quiere esa remera, cuando me contesta desafiante y me deja muda, cuando hace todo eso, trato de recordar lo buena que era contando cuentos, las cátedras que daría en psicología y en abstracción del sonido, y la mente se me pone en blanco y un sonido gutural sale de mi interior porque la criaturita agotó mi paciencia.
Entonces ella llora y a mi me da pena que llore y trato de dejarla un rato más, pero no puedo porque me mata la culpa, y la agarro y sin decirle nada le acaricio el pelo y la cara y le seco las lágrimas y la beso. Y ella, Andreita del Boca en pinta, me mira sonriente, me pregunta si ahora estoy contenta, e imitándome la voz me dice: Lara, si ya mismo no te vas a la cama, mamá se va a enojar y se pudre todo!
Ahí es cuando todo vuelve a empezar…

Fer (Larita comé, Larita bajate de ahí, Larita no hagás cagadas, Laritaaaaaaaaaa)