martes, 30 de octubre de 2012

Siete


         1-      Guauuuu!

          2-      Prácticamente nacieron juntos!

          3-       Qué aguante!

          4-       Qué romántico!

          5-      Qué bajón!

          6-       Qué loco!

           7-      Un montón de tiempo!

           8-      Ahhhh! (suspiro) crecieron juntos!

           9-      A la mierda!

                                                               10-   Silencio

 

Ese sería el top ten de lo que generalmente dicen cuando en una charla surge el tema del tiempo que llevamos  juntos con Fede: 15 años; de los cuales hoy, 27 de octubre, se cumplen 7 desde que nos casamos (de las frases de arriba elijo las siguientes: 1, 3 y 4).

Y yo recuerdo como si fuese hoy la primera vez que vi esos ojos azules, alumbrados casi cinematográficamente por unos rayos de sol que entraban sin pedir permiso a través de la ventana de un salón, donde ambos habíamos ido a iniciar nuestro curso de Confirmación. Flechazo.

Pero como a los testigos de Jehová la religión no les permite beber alcohol, yo había decretado que mis catorce años no me permitían tener novio y menos aún si mi hermana Erika, quien es dos años mayor, tampoco lo tenía. Todo un planteo etario.

Entonces cuando el muchacho en cuestión, luego de ojearme mil veces de tanto mirarme, me declaró su amor, yo le dije que no, que él me parecía hermoso, pero que no. Que gracias. Que si conocía a otra chica que le diera una oportunidad. Que yo no quería ser su novia. Y esa noche, con la cara de frente en la almohada, con el corazón a todo galope y el alma alborotada, supe lo que es estar arrepentida de algo, que en ese instante creí irremediable. Pero ya estaba, ya le había dicho que no, ya había sido mala, con él y conmigo. Trágico.

Y Fede se fue a Noruega a patear pelotas y bronca y volvió más lindo que nunca; bronceado con el sol del Atlántico y con los ojos azules, mucho más azules que antes. Precioso. Pero obediente, muy obediente, me hizo caso a lo que yo dije por decir y se enganchó a una flaca desgarbada que no combinaba para nada con él. Tan literal.

Yo mutis por el foro, no podía decir ni mu. Pero sabía que seguía enamorado de mí porque sólo un hombre enamorado podría haber acompañado a quien ni siquiera era su novia a cuanto evento de Emanuel Ortega había; y él lo hizo. Y lo sabía porque él me miraba y yo sentía cómo las endorfinas y las feromonas volaban en el aire y todo lo demás desaparecía. Sabía que íbamos a estar juntos, pero que tenía que esperar y ése es un temita que aún me cuesta. Demasiado ansiosa.

En ese siglo y medio que tardó en llegar yo hice mi vida y él la suya, hasta que una noche de mucha tristeza por lo realmente irreversible, yo soñé que lo besaba, sólo eso, un beso. Y me desperté enamorada y con la sensación de que ya faltaba menos para estar juntos. Clarividencia?

Finalmente, y luego de casi un mes si salir por haber ido a una marcha en Plaza de Mayo sin avisarle a mi mamá, llegó Fede con unas entradas de un boliche que prometía cerveza libre toda la noche. Ése fue nuestro boleto a la felicidad. Y mientras sonaba Calamaro de fondo con su tema Flaca/no me claves/tus puñales/por la espalda/ Fede me dio un beso eterno, bastante parecido al del sueño, pero mejor. La Génesis.

Tengo la certeza de que cada paso que dimos siempre fue hacia adelante; que la vida con vos es hermosa, que nuestros hijos son lo más tangible del amor que sentimos, que es infinito…que eternamente voy a agradecer y admirar tu perseverancia hacia las metas que te proponés.

Sonará cursi, ni me interesa, pero sos el amor de mi vida, y te elegí hace quince años, te elijo hoy  y cada día que nos quede por vivir.

Te amo.
Fer (inlove)

jueves, 25 de octubre de 2012

Y las montañas se moverán!


Las religiones siempre despertaron mi interés. Y un verano más que siempre.

Estabámos con mis primas en Cosquín, disfrutando de sus ríos, su sol y su bello folklore y divisamos, a lo lejos, algo que contrastaba absolutamente con los shorts de baños, las bikinis, el agua y todo el resto del decorado: unos chicos vestidos con una camisa blanca, pantalón negro, corbata, zapatos (!), chapita identificadora en el bolsillo izquierdo de la camisa que decía “Elder y un apellido”, una mochila negra  colgada al hombro y anteojos de ver, no de sol lo cual hubiese sido más oportuno.

Caminaban despacio, entre resignados y contentos mientras hablaban en inglés. Eso me llamó la atención; estaba claro que eran extranjeros. Se acercaron a nosotras y en español perfecto nos preguntaron muy amablemente si queríamos hablar de Dios y mucho que el contexto no daba, pero el que formuló la pregunta estaba buenísimo y la decisión fue unánime: si, por supuesto que queríamos hablar de Dios, de Jesús, de María y de todo lo que ellos quisieran. Ellos muy educados, muy correctos, muy anglosajones nos contaron que eran mormones y que estaban misionando ahí, en ese Valle de Punilla que ni sabían que existía en el mapa. Que cada misión duraba dos años y que a eso dedicaban su vida, hasta que decidieran dedicarla a otra cosa.

Nosotras los escuchamos con atención, el sol bajó y como estábamos realmente interesadas en el asunto, fuimos todos juntos caminando hacia nuestros destinos. Nos alegró saber que estaban parando a la vuelta de la casa de mis abuelos y antes de despedirnos, nos dieron una biblia chiquita y nos propusieron visitarnos al día siguiente.

No queríamos quedar como una manga de babosas, por lo que procedimos a la lectura de unos pasajes, por si daba la casualidad que nos pidieran algún comentario. Bueno, en verdad sólo una de mis primas y yo lo hicimos, al resto no les importaba nada.  

Llegó el día esperado y ahí estaban ellos, tan prolijitos, lindos y respetuosos, porque antes de aceptar nuestra invitación a entrar, nos preguntaron si estaban nuestros padres, a lo que inmediatamente asentimos, sentando a mis abuelos en el sillón, haciéndolos partícipes de la charla, que fluctuaba entre el interés por lo que decían, que para ser sincera era casi nulo y el interés hacia los ojazos de unos de ellos que para ser sincera era altísimo.

Cuando se fueron, agarrate catalina! Mi abuelo Eloy se puso como loco, nos dijo que si estábamos dementes en hacer entrar a espías norteamericanos a su casa, que lo único que querían era obtener información para pasársela a la C.I.A. o algo así (buenísimo!); mi abuela Haydeé, que aún no era budista,  inmediatamente organizó una excursión a la Parroquia más cercana y le dijo al pobre cura que nos haga entrar en razones; nos hizo visitar una mujer que prendía velas y éstas quedaban con formas de santos y no recuerdo bien si hasta nos hizo rezar dos Padre Nuestro, a modo de penitencia.

El cura nos atendió en una galería que daba de frente a las sierras y en un intento desesperado de explicarnos en qué cosas encontrábamos a Dios, hizo un gesto con la mano, como queriendo abarcar la naturaleza al mismo tiempo que decía “porque Dios es todo, es el agua, la tierra, el sol…Dios es JÉL” Y aspiró tan fuerte la jota que estallamos en una carcajada espantosa, que pobre tipo, no sólo se puso todo rojo de bronca y vergüenza ajena, sino que comprendió que todo el tiempo invertido en nosotras había sido en vano.

Lo que no entendían ni él ni mis abuelos, era que no estábamos atravesando una crisis de fe ni nada que se le parezca, sino que simplemente nos había encantando el “Elder Tyler” y el “Elder Jones” y que todo lo otro, fue una gran pantalla religiosa.

Fer (espía norteña)

martes, 2 de octubre de 2012

HELP, I NEED SOMEBODY!


“No me dan más las patas; no hay ibuprofeno que las calme, esto es terrible. Necesitamos (hablo en nombre de todos mis colegas) vacaciones urgente, pero antes, mínimo tres tandas de  diez sesiones de kinesiología. El problema es que está este temita de la creencia  que  hacemos ganar dinero o atraer gente (depende de la pata que movamos), pero eso es una leyenda china creo, porque a todos nosotros nos fabrican en China… entonces se instaló la costumbre de tenernos en todos los lugares posibles: locales (ahí es donde más abundamos), negocios varios, oficinas, casas y demás sitios tan insólitos como inhóspitos. Y para colmo de males, siempre estamos mirando hacia la puerta, siempre.
Hoy decidí escribirte, querida Nanda, para que tomes cartas en el asunto. Esto no puede seguir así. Leí en tus Crónicas que has sido la voz de los sin voz; de las pobres jirafas y de los perros amarrados en la plaza de Tribunales. Y Me pregunté, por qué no ser nuestra voz en esta oportunidad? Y acá estoy, escribiéndote, para que nos ayudes a crear un Sindicato y de esa manera poder organizarnos, tener derecho a vacaciones, a un salario mínimo, vital y móvil, a la salud, a las tan ponderadas asignaciones familiares; y en este punto deseo hacer hincapié porque la lucha va a ser ardua, todos saben lo prolíferos que somos los gatos. No van a querer largar un mango y seguro que hasta tienen el tupé de tratarnos de promiscuos.  De todas maneras, el punto principal es conseguir un salario y una obra social donde poder rehabilitarnos. Sería nuestro primer objetivo. Ah, qué tonto, ni me presenté, me llamo Faibel, si, ya sé que es un nombre de ratón, pero qué le voy a hacer? Soy el único alfabetizado de esta zona al menos y es por eso que tu contacto será conmigo y yo les transmitiré a mis compañeros las novedades, que ojalá sean buenas nuevas! “
Quedo a la espera de tu respuesta.
Miau, miau.
F.
Estuve a punto de eliminar el mail que tenía como asunto “NECESITAMOS TU AYUDA” y como remitente gatoseranlosdeantes@hotmail.com; pensé que era propaganda de un sex shop o algo así; sin embargo, mi instinto me llevó a hacer click y no hubo marcha atrás. Ahí estaba esta carta, este pedido de auxilio desesperado, esta declaración de dignidad. Y yo, que odio los gatos, por primera vez en la vida, me sentí conmovida por estos animalitos desprotegidos, explotados (muchos de ellos menores de edad) y desamparados de toda ley.
Entonces me involucré de lleno en el asunto, comencé a investigar, recopilé pruebas, tomé fotografías, charlé con ellos, anoté sus inquietudes (algunos estaban furiosos de costar tan solo 15 pesos) y con todo ese material me dirigí a la justicia… los puntos suspensivos no son una casualidad gramatical, no no  no, me trataron de loca, de fuera de mis cabales, de desquiciada (y eso que fui en son de paz) de insana de hecho y de derecho (ahí se fueron al pasto) y bueno, mucho no pude hacer… ahora estoy escribiendo desde una habitación chiquitita, vestida toda de blanco a lo Alan Faena; por suerte no estoy atada, sino, no sé cómo haría.
Si alguien lee esto, por favor, avísenle a Faibel que hice todo lo mejor que pude. Que apenitas tenga novedades, me comunico con él.
Gracias
Fer (MIAU TOESTIMA ESTÁ POR EL PISO Y ENCERRADO)