1-
Guauuuu!
2-
Prácticamente nacieron juntos!
3-
Qué
aguante!
4-
Qué
romántico!
5-
Qué bajón!
6-
Qué loco!
7-
Un montón de tiempo!
8-
Ahhhh! (suspiro) crecieron juntos!
9-
A la mierda!
10-
Silencio
Ese sería el top ten de lo que
generalmente dicen cuando en una charla surge el tema del tiempo que
llevamos juntos con Fede: 15 años; de
los cuales hoy, 27 de octubre, se cumplen 7 desde que nos casamos (de las
frases de arriba elijo las siguientes: 1, 3 y 4).
Y yo recuerdo como si fuese hoy
la primera vez que vi esos ojos azules, alumbrados casi cinematográficamente
por unos rayos de sol que entraban sin pedir permiso a través de la ventana de
un salón, donde ambos habíamos ido a iniciar nuestro curso de Confirmación.
Flechazo.
Pero como a los testigos de
Jehová la religión no les permite beber alcohol, yo había decretado que mis
catorce años no me permitían tener novio y menos aún si mi hermana Erika, quien
es dos años mayor, tampoco lo tenía. Todo un planteo etario.
Entonces cuando el muchacho en
cuestión, luego de ojearme mil veces de tanto mirarme, me declaró su amor, yo
le dije que no, que él me parecía hermoso, pero que no. Que gracias. Que si
conocía a otra chica que le diera una oportunidad. Que yo no quería ser su novia.
Y esa noche, con la cara de frente en la almohada, con el corazón a todo galope
y el alma alborotada, supe lo que es estar arrepentida de algo, que en ese
instante creí irremediable. Pero ya estaba, ya le había dicho que no, ya había
sido mala, con él y conmigo. Trágico.
Y Fede se fue a Noruega a patear
pelotas y bronca y volvió más lindo que nunca; bronceado con el sol del
Atlántico y con los ojos azules, mucho más azules que antes. Precioso. Pero
obediente, muy obediente, me hizo caso a lo que yo dije por decir y se enganchó
a una flaca desgarbada que no combinaba para nada con él. Tan literal.
Yo mutis por el foro, no podía
decir ni mu. Pero sabía que seguía enamorado de mí porque sólo un hombre
enamorado podría haber acompañado a quien ni siquiera era su novia a cuanto
evento de Emanuel Ortega había; y él lo hizo. Y lo sabía porque él me miraba y
yo sentía cómo las endorfinas y las feromonas volaban en el aire y todo lo
demás desaparecía. Sabía que íbamos a estar juntos, pero que tenía que esperar
y ése es un temita que aún me cuesta. Demasiado ansiosa.
En ese siglo y medio que tardó en
llegar yo hice mi vida y él la suya, hasta que una noche de mucha tristeza por lo
realmente irreversible, yo soñé que lo besaba, sólo eso, un beso. Y me desperté
enamorada y con la sensación de que ya faltaba menos para estar juntos.
Clarividencia?
Finalmente, y luego de casi un
mes si salir por haber ido a una marcha en Plaza de Mayo sin avisarle a mi
mamá, llegó Fede con unas entradas de un boliche que prometía cerveza libre
toda la noche. Ése fue nuestro boleto a la felicidad. Y mientras sonaba
Calamaro de fondo con su tema Flaca/no me claves/tus puñales/por la espalda/
Fede me dio un beso eterno, bastante parecido al del sueño, pero mejor. La
Génesis.
Tengo la certeza de que cada paso
que dimos siempre fue hacia adelante; que la vida con vos es hermosa, que
nuestros hijos son lo más tangible del amor que sentimos, que es infinito…que
eternamente voy a agradecer y admirar tu perseverancia hacia las metas que te
proponés.
Sonará cursi, ni me interesa,
pero sos el amor de mi vida, y te elegí hace quince años, te elijo hoy y cada día que nos quede por vivir.
Te amo.
Fer (inlove)