lunes, 29 de junio de 2009

La Solitaria


Ya me he convertido en la voz humana de los desdichados caninos; por qué no, entonces, hacer justicia por la jirafa solitaria del Zoológico de Buenos Aires.
Todas las demás especies están acompañadas por pares, es decir, seres de su misma especie.
Esto no sólo fomenta la reproducción, sino que además es un aliciente para quienes comparten el encierro dentro del encierro; como debe ser la sensación de estar enjaulados dentro de una jaula aún más grande que es el zoológico.
Comparten hábitos, alimentación, momentos de sueño, preocupaciones y decorado. León con leona, monos con monas, rinoceronte hembra y rinoceronte macho, o al menos si no difieren en el sexo, de aspecto son exactamente iguales.
Pero la pobre jirafa…SOLA. Sin ninguna posibilidad reproductiva (y de ningún otro tipo). Una injusticia en el intrínseco sentido de la palabra.
Para quién se va a poner linda? Para el avestruz que ni se enteró que la tiene de compañera de claustro? Quién le va a ayudar a contar sus manchas, a medir su cuello; quién mirará con ella las alturas de la ciudad? La respuesta es nadie, nadie, nadie. Porque al menos por ahora, la jirafa está sola solita con su alma en pena.
De dónde hay que traer una jirafa macho??? De África? Bueno, vayan pidiendo una ya mismo! Si, mejicanotes dueños del Zoo, la jirafa exige que se haga una pequeña inversión para poder continuar el show. Sino, devuélvanla a su hábitat y ahí van a ver la cantidad de jirafas de todos los tipos que encuentra.
Cómo? Que hay que tener una jirafa a modo de muestra para justificar la entrada? Bueno, tengan dos y serán dotados de ganancias extraordinarias. Anímense a hacer el gasto, no sean canutos. Piensen si a ustedes les gustaría estar de vidriera con un enano de jardín como único compañero.
Y? qué me dicen? Que lo van a pensar; bueno, perfecto, les doy cuarenta y ocho horas así, en letras, para que sea más explícito. Pero tengan en cuenta, que la jirafa es mi representada legal, y su negativa podría tener graves consecuencias.

Fer (en son de paz)

lunes, 22 de junio de 2009

Yo? hago yoga!


Qué bien se te ve, estás bárbara! Te parece? Debe ser porque estoy haciendo ioga …crick….crick…. estás haciendo qué? Yoga, pero en realidad de pronuncia ioga. Silencio.
Bárbaro! Y dónde vas? Acá cerca, por Palermo. Y caro che? Mirá, sale $250 pesos por mes una vez por semana una hora, pero me lo re re re recomendaron y la verdad es que el lugar está increíble, el profe es un divino y yo me siento muy bien, asi que lo vale.
Me contracturé de sólo escucharla.
Jamás podría relajarme pagando esa suma de dinero. Imposible.
Igual, para muchos, todo pasa por estar “in” o “out” (adentro o afuera, para que nadie quede excluido).
Decir ioga, shoga o yoga. Tener un tono normal de voz, o uno fingido… vivir en Palermo, las Cañitas, Recoleta o en el resto del mundo, que ni idea tienen de cómo se llama (al final el problema era semántico!).
Estar adentro involucra esas cuestiones y muchas más, estar afuera, también. Pero se puede estar adentro, incluso estando afuera, como tocando de oído, con un pie sí y otro no, porque para tanto no da. Eso deberá ser estresante. El aparentar que si, pero no.
Y al final para qué? Si el esfuerzo desmedido por pertenecer se marca hasta en las venitas de la cara. Y cómo deschava.
No es acaso, mucho más cómodo ser como cada uno es? Sin apariencias, sin disimulos, sin maquillajes que tapen las líneas de expresión, naturales. Con alguna que otra sonrisita de compromiso guardada, como un as en la manga, si la situación amerita.
Porque da la impresión que el mundo está lleno de gente que quiere entrar en la camisa “small” cuando ni en sus mejores años hubiese cabido; y entran, sí, pero a fuerza de estar apretadas, con la panza metida, incómodas.
En lugar de aceptar con orgullo su talle, su lugar, su esencia, caer mal, bien, excelente, pero no dejando nunca de ser lo que cada uno es.

Fer (Es lunes, tengan piedad)

jueves, 11 de junio de 2009

Llamado a la Solidaridad. Cortito y al pie


Perdí cincuenta pesos. Rompí una copa en un bar. Manché con café mi saco blanco ala. Se enfermó mi hija y mi marido. No encuentro el boleto de tren para volver a mi casa. El cajero automático no me dio el comprobante de un depósito. Pisé caca y casi muero desnucada.
Y hace días que busco al elefante violeta que me está meando desde algún lado y no lo encuentro.
Dicen, que lo único que no tiene solución es la muerte.
La plata, va y viene (ponele); la copa se destrozó en el piso, pero más allá de la vergüenza de las miradas ajenas, no fue tan grave. El saco, se lava (lo lavo), mi hija y mi marido espero que pronto se mejoren (por el bien de todos). El boleto lo sacaré de nuevo. El comprobante de depósito nunca lo reclamaré.
Pero haber estado al borde del deceso me produce cierto escalofrío.
Hay quienes curan el empacho, el mal de ojo, el hígado, las verrugas…no habrá quien cure la mala suerte? Digo, así nomás, de palabra, sin tener que ir a ninguna sesión de videncia. Que lo haga de onda. De buena onda. Porque para mala el cupo ya está limitado.
Ah, disculpen que los moleste, pero por favor, si alguien ve al elefante violeta, avísenme de inmediato. Tengo que hablar con él.

Fer (fush! Fush!)

martes, 9 de junio de 2009

Ándale, ándale, ándale!


Viendo Toy Story (si! las ví recién ahora y qué??!), recordé con nostalgia mis juguetes de la infancia. Y con orgullo me di cuenta de que aún conservo mi primer oso de peluche (que casualmente se llama así, Peluche) y que Fede tiene a Miseria, un bebé de goma, de esos que los apretás y hacen ruido. Mollo, mi perro, le comió parte de la gorra que tenía en la cabeza, y ya no emite ningún sonido, pero Lara sigue jugando con él, haciéndose la vintage.
Peluche, en cambio, pasó con dignidad todos estos años; apenas tiene descocido el bracito izquierdo. Pero trato de no ponerlo al lado de los nuevos, para que no se sienta mal, él no tiene esos pelos largos y suaves, no tiene ningún botón, no usa pilas, nada de nada. Pero siempre fue mi favorito.
También teníamos mi hermana y yo dos bebotes Yolly-Bell cada una; los míos se llamaban Marisol y Juancito y los de ella Tatiana y Federico.
A Juancito se le volteaba la cabeza hacia los costados, porque le faltaba relleno y de nada servía coserlo una y otra vez.
Mi hermana me incriminaba por no alimentarlo bien, como si yo fuese la causante de su aspecto de niño desnutrido. Claro, ella decía eso porque Federico era rechoncho y nunca había tenido que pasar por la desgracia de estar descosido y además, no era consciente de la culpa de madre primeriza que me generaba al decirme esas crueldades.
En cambio Marisol y Tatiana, primas hermanas ellas, no tenían ningún problema.
A medida que fuimos creciendo, cambiamos los bebotes por las Tammys, que eran una especie de Barbies, pero más accesibles. Y ahí me convertí en una especialista en moda. Con cualquier cosa hacía un vestido, una pollera, un accesorio; todo material era bienvenido en el afán de crear algún tipo de indumentaria.
Más tarde vinieron los papeles de cartas y sobres coleccionables, luego los stickers, y finalmente el álbum de figuritas de los ositos cariñosos que eran como de felpa adhesiva.
Todo mi mundo se reducía a ese universo inventado que tan cómodo era. Sin obligaciones, ni horarios, ni grandes preocupaciones, ni rutina. Todos los días podían ser distintos o no; sólo bastaba con seguir mi cuento o comenzar uno nuevo. Qué genial.
Pero no todo era felicidad. Un día, unos ladrones entraron al patio de casa y se llevaron una caja bastante grande de whisky, pensando los muy imbéciles que estaba la botella adentro. Pero nooooo!!!!!!!!!!!! Estaba mi colección de miniaturas de todo tipo que me había llevado años juntarla.
No está bien desear el mal, ya lo se. Pero en ese momento pensé cosas horripilantes, que no considero pertinentes contarlas (sólo por una cuestión ética). Para darles una idea de la dimensión de mi enojo, lo mejor que les deseé fue que un camión con esos contenedores bien pesados, los pase por encima.
Dale que yo era una heroína súper poderosa que salvaba al país del kirchnerismo y todos éramos felices?? Sale y vale!!!

Fer (retro)

jueves, 4 de junio de 2009

Era en Abril (no da para viernes no?)

The Wall


Mediodía de un sábado lluvioso, horrible. Especial para estar en casa, haciendo nada.
Escuchaste eso??! Sí, qué fue? Un ruido en el techo? Mmm…ni idea.
Dos segundos después el estruendo: PLAF! PUM! PAM!!!!!! 5 azulejos se cayeron, por ósmosis, al piso. Y toda la pared, literalmente, empezó a hincharse como si hubiese habido un temblor. Por un momento, no sabíamos si se nos venía encima o no; ante la duda, tomamos distancia.
El perro lloraba, asustado, Lara jugaba con los escombros desparramados por todo el living, y yo traté de mantener el ritmo cardíaco para no huir despavorida. Pensé en voz alta “no pasa nada, sólo se nos está desarmando la casa”.
Una de las teorías es que el sector de la construcción, tan afectado por la crisis mundial, esté provocando movimientos sísmicos para incentivar su crecimiento, pero la verdad es que me asomé por el balcón, para verificar si había algún casco amarillo y nada. No puedo echarles la culpa.
Otra, de tinte paranormal, baraja la posibilidad de que antes, en ese terreno, hubo un cementerio, y el desprendimiento de los azulejos, se debió a espíritus inquietos con ganas de molestar un rato, en complicidad con empresarios de la construcción (se calcula que para que hagan este “efecto” habría algo a cambio).
Lástima que la realidad de los hechos, aplaste sin piedad la imaginación, ya que quedó demostrado que el causante de la catástrofe doméstica fue simplemente la falla en el pegamento. Así de patético. De chato. De choto.
Alguien hizo mal el trabajo y he aquí el resultado. La pared de la cocina quedó gris de cemento, el mismo que tan decorativamente quedaba al cuidado de los azulejos. Y Larita apuntando con el dedito al grito de “guauuuuuuuuuu”, pasmada frente a la nueva fachada.
A mi me hubiese gustado que la causa haya sido un poco más glamorosa, pero lamento desilusionarlos y desilusionarme.
Acá no hubo efectos paranormales, ni gremios sublevados; sino una cruel reducción de costos a la hora de hacer las cosas. Total, otros pagarán los azulejos rotos.

Fer (más hinchada que la pared)

lunes, 1 de junio de 2009

Operativo No Bell


Cómo nos arrepentimos de haber ayudado, de alguna manera, a que hoy sea lo que es.
Pusimos nuestro granito de bronce, para concretar su construcción, que tardó años y años en llevarse a cabo.
Y ahora que vivimos en frente a donde está colocada, la detestamos.
Hablo, señores, de la campana con sonido a lata de sardinas de la Parroquia Sagrada Familia.
No es que quiera desmerecerla, pero la campanita que adorna mi puerta en navidad, suena mejor. Y es mucho menos molesta. Porque no te despierta un domingo a las 9 de la mañana, después 9.15 y finalmente 9.30, cinco, siete minutos por vez; como si los feligreses fuesen a correr de inmediato a su llamado, que emula ser una provocación musical.
Me llamás así el único día que tengo para descansar??? NO VOY! De esa manera, jingle bell, jingle bell, me ahuyentás! No pensaron en un método menos invasivo para atraer al rebaño del Señor?.
Por todo lo antedicho, es que este operativo está siendo planeado. Decidimos llamarlo (y hablo en plural porque no soy la única involucrada) “Operativo Nobell”, que fonéticamente se confunde con Nobel pero que en inglés significa “no campana”, de ahí que bell se escriba con doble ele. De todas maneras, este dato es develado sólo a ustedes, por lo que los convierte en cómplices, quieran o no.
Al estar en su fase inicial, todavía no hemos conseguido los planos de donde se encuentra ubicada, pero eso no sería problema, ya que se ve desde el balcón de casa.
La siguiente etapa consistiría en hacer turnos rotativos para elegir el horario donde no haya moros en la costa (en la parroquia, mejor dicho) lo cual, pensándolo bien, tampoco implica ningún inconveniente; las dos o tres viejas que rondan el lugar, con sólo decirles que hay un espíritu dando vueltas, correrían horrorizadas.
Asi que, despejada la zona, localizado el objetivo, sólo resta ejecutarlo.
A ver, a ver… la primera luna llena de junio estaría bien. Cosa que no hagan faltas linternas, siempre hay algún vecino dispuesto a arruinarlo todo.
Una vez que tengamos la campana en nuestras manos, se funde el bronce y se manda a hacer la estatuilla del premio Nobell para nosotros, obvio.

Fer (tinkerbell)