miércoles, 22 de diciembre de 2010

Treinta

Debe ser el cambio de década lo que me llevó a hacer una especie de balance de estos años, con la urgencia de lo impostergable. Cual vencimiento de una declaración jurada con último plazo de presentación 20/12/10. Y para que mis recuerdos no me cobren intereses es que me siento a escribir; con mis treinta años recién cumplidos, con Matías dándome aviso a cada ratito de su existencia, con mi preciosa Lara, con el amor de mi vida y con todos ustedes, que también son los amores que la vida me ha sabido regalar.
Le agradezco a Dios por haberlos puesto en mi camino, a todos, a los que están presentes, y a los que encontraron otra manera de hacerse presentes.
A mi familia, comandada por Juan y Ester, que siempre han sabido guiarme, acompañarme, y sobre todo enseñarme que no hay nada que no pueda sobrellevarse si nos mantenemos juntos.
A mis amigos, afectos imprescindibles si los hay.
Gracias por hacer que los días de mi vida tengan sentido y valgan la pena.
Que Jesús los bendiga con su llegada, que renueve sus esperanzas, y que el año que comienza nos encuentre juntos, como hasta ahora.

Los quiero infinito.

Fer
20/12/2010

martes, 23 de noviembre de 2010

Yo, Matías (con Hipo)


Desde ayer que está con hipo, hip, hip, a cada ratito y mi panza se tambalea, late, se mueve, visiblemente.
Intenté asustarlo, pobrecito, con un buuu! que no tuvo el más mínimo efecto. Tomé dos vasos con agua sin respirar, pero claro, los tomé yo, no él. Por lo que el hipo sigue, desafiando mis pocas alternativas para combatirlo.
Debería haber una manera, pero no la hay. Tendremos que esperar a que se nos pase, cuando Mr. Hipo lo decida.
Matías, sin embargo, está batiéndose a duelo con el susodicho, porque no hace más que moverse, de un lado al otro, usando de espada al cordón umbilical, como si con eso fuera a asustarlo.
Por ahora, el partido continúa así: Mati:0- Mr Hipo 100.
Espero que se revierta esta situación.

Fer (hip!)

viernes, 19 de noviembre de 2010

Lara la Egresada & Cía


Lara, Larita, mi bebé, egresa del Jardín Maternal.
Tato y Lourdes, mis sobrinitos preciosos, egresan de preescolar.
Luca, mi primer sobrinito, mi debut como tía, mi ojo con lunar, egresa de la primaria.
Y Nacho, el “no egresado”, pasa a segundo grado.
Mis amores más amados están a punto de finalizar etapas para comenzar otras; de a poco, están soltando sus manitos de las nuestras, para convertirse en seres independientes y autónomos…cómo pasa el tiempo.
No puedo evitar recordarlos bebitos, rechonchos, gateando, balbuceando palabras incomprensibles y pelados.
Ahora miro a Lara, tan verborrágica, a Lourdes, tan adulta ella encerrada en ese metro y medio, a Tato, con esa mirada pícara que lo delata, a Luca, tan hombrecito.
Los años han transcurrido, ustedes han crecido, y yo me sorprendo cada día por amarlos sin medida, infinitamente y por siempre. Porque, hasta su llegada en mi vida, yo no sabía que se podía amar tanto, tanto.

Fer

jueves, 11 de noviembre de 2010

Sos una perra/perra...

Y tan buenita que parecía.
Micro mini toy, decían que era.
Pero ya tiene 3 meses y casi lo alcanza a mi perro, que tiene 4 años.
Igual es hermosa.
Aunque tenga nombre de persona.
Es blanca, con la panza llena de lunares.
Juguetona, como toda cachorra.
Ayer se le ocurrió jugar con una chapita.
Fede, se la quiso sacar.
Y tiró el tarascón, directo al dedo.
Le hizo un tajo. No tan profundo como molesto.
Mi perro no hará pis en el diario, y ladra como si lo estuvieras matando cuando se queda solo.
Pero jamás nos mordió.
En cambio, Morena, muy educadita ella, clavó sus dientes a traición.
Eso no se hace.
Maldita perra.

Fer

viernes, 3 de septiembre de 2010

Con esa caja no te subo!

Llovía incesante -aún sigue lloviendo- sobre la mañana de Buenos Aires y ahí estábamos todos, intentando buscar nuestro milímetro cuadrado bajo el techo de la parada del colectivo; pasaron dos y no pararon, malditos desalmados.
Al rato (largo) vino otro que paró y yo bendije al chofer para mis adentros, como si fuera un acto de bondad y no su obligación, lo que estaba haciendo.
Mi agradecimiento hacia ese hombre duró unos doscientos metros, hasta la próxima parada, cuando comenzó a gritar, completamente sacado “con esa caja no te subo”; la destinataria de sus gritos era una mujer embarazada que llevaba una caja del tamaño de un cochecito de bebé; grande? Sí, un poco, pero nada que impidiera que pueda subir y llegar a destino.
El tipo estaba empecinado en no arrancar si la mujer en cuestión no se bajaba y la mujer estaba absolutamente convencida de que no lo haría. La situación se puso tensa, agresiva, lamentable.
Algunos pasajeros, también a los gritos, pedían que el colectivo arrancase e insultaban al chofer por hacerlos llegar tarde a sus trabajos; otros le pedían con calma que la llevara, que no le costaba nada y le preguntaban si no se daba cuenta acaso de que estaba embarazada.
Y en ese tira y afloje, la mujer seguía insistiendo, decía que ya había tomado un tren y un colectivo y que nadie le había hecho problemas; entonces recién ahí (y no por lo que ella decía, sino porque él así lo quiso), arrancó, fuerte y con bronca.
Ella se sentó, ubicó la caja en un costado y el viaje siguió como si nada.
La humillación me rebela, porque a pesar de todo, aún me cuesta entender por qué algunas personas se creen por encima de otras. En todos los órdenes de la vida; un poquito apenas de poder y zas!
El poder de manejar un colectivo, un club, un barrio, un municipio, una provincia, un país.
Y si para muestra basta un botón, aquí tienen el botón de lo que viví esta mañana.

Fer (sigue lloviendo/le sigue lloviendo al corazón)

lunes, 30 de agosto de 2010

Primera Persona del singular (frío)

Recorriendo las calles, juntando cartones, latas, botellas, lo que sea que sirva, me encuentro con una revista de Falabella, que la agarro, porque es papel y sería un desperdicio tirarla. Entonces veo unos acolchados de plumas tan lindos, de colores, que además de ser livianos, deben abrigar un montón. Veo también aires acondicionados frío-calor a precios de súper oferta, televisores lcd que podría comprarlos en veinte mil cuotas si tuviera al menos una de todas las tarjetas que participan de la promoción. Doy vuelta las páginas y sigo viendo cosas fascinantes, muebles hermosos exhibidos en casas bellísimas y gigantes! Chicos como yo, de mi edad quiero decir, posando con buzos de polar, chicas como mi hermana, con vestidos de telas invernales. Veo juguetes, qué lindos son! Y veo, veo, qué ves…
Hay cosas que ni me imaginaba que existían, no sé…planchitas que no son para la ropa, sino para el pelo, pavas que las enchufás y calientan, aparatitos muy chiquitos, que no sé ni para qué sirven- Estoy al margen de esos avances tecnológicos, a decir verdad tampoco me interesan. A mi me encantó el acolchado de plumas y esa muñeca con forma de almohada. Hasta tengo pensado un nombre para el día que tenga una, y no es que nunca tuve una, sino que tuve y un día desapareció- Es difícil cuidar las cosas cuando hace frío, porque el frío te cala los huesos y no te deja pensar en otra cosa. Y tampoco te deja dormir. Pero despierta y todo, no hay lugar para pensar mas que en el frío.
Yo la agarraba de la manito, pero se ve que dormida, me olvidaba de agarrarla y así fue como desapareció.
Por eso ahora, pensándolo bien, no se si me gustaría tener el acolchado ese, porque todos van a quererlo y seguro en el primer descuido, también desaparece-
El otro día llamé al 108 desde un teléfono público, pero se ve que la línea no funcionaba. Quería pedirles uno de esos kits de invierno que me contaron que van a repartir; voy a volver a llamar otro día a ver si tengo mejor suerte.
Me da pena un bebé que duerme en la misma plaza que yo, porque llora y llora y debe ser por hambre o frío, o las dos cosas. Para ella quiero ese kit de invierno, así se lo regalo y deja de llorar…porque no es por mala, pero me molesta un poco el llanto, que es un impedimento más para conciliar el sueño.


Fer (ojalá llegue pronto la primavera)

jueves, 12 de agosto de 2010

Dos en uno

Mis días han vuelto a transcurrir en semanas, una tras otra hasta llegar a las cuarenta. Y ya van diez.
La vida se abre paso, milagrosa, y nos recuerda que siempre hay un motivo para seguir andando, como decía mi querido Luciano.
Agradezco no haber perdido la capacidad de asombro frente a tanto misterio; sigue resultándome increíble. Mi pequeña Lara manifiesta su amor de hermana con besos en la panza y con repetidos y nerviosos “te amo bebé” y levanta mi ropa cuando ella lo cree conveniente, sin consulta previa y a veces, en el lugar menos adecuado; y yo, sin oponer resistencia, me dejo llevar por sus impulsos, que tan bien nos hacen.
Me siento una ganga, un combo humano, un dos por uno imperdible, un shampoo + crema enjuague que dejará tu pelo a pura luz, un chicle globo con otro adentro, más chiquito. Soy dos amigos, dos!
Ya escuchamos su motorcito galopando a todo vapor, y vimos sus tres centímetros de magia. Ahora todo mi ser será tu refugio, aunque mi metro cincuenta y nueve que ni siquiera llega al metro sesenta, no sea lo más cómodo que hayas podido conseguir. Pero quedate tranquilo bebé, que te aseguro estarás feliz nadando en aguas calentitas y prometo alimentarte como Dios manda, cantarte hermosas canciones y hacer que tus días dentro mío sean el punto de partida para tu felicidad.
Y para distraer al tiempo, seguiré pensando en el momento en que nuestros ojos se miren por primera vez.

Fer(two)

viernes, 23 de julio de 2010


• Llorar cada vez que veo “Ghost, la sombra del amor”
• Abrirme las puntas del pelo
• Sacarme el esmalte de las uñas
• Odiar a quien viaja sentado en tren y odiarlo mucho más cuando no se baja en Aristóbulo del Valle
• Comer arroz con leche hasta vaciar la olla
• Cortarme mal el flequillo
• Tener ganas de matar a mi hermana cuando se lleva mis cosas sin permiso
• Maldecir a las maestras de Lara cada vez que le pierden el abrigo
• Ponerme colorada frente a una situación incómoda
• Pasarle la maquinita de afeitar a la ropa cuando la tela se llena de pelotitas (y agujerearla)
• Extrañar tanto
• Pasar por una feria americana sin comprarme nada
• Que me caiga como patada al hígado el tono de voz “tipo nahhh”
• La cara de culo cuando algo no me va
• Comenzar a leer el diario por la última página
• Detestar la variante agua con gas para referirse a la soda
• Ir siempre en dirección contraria
• Usar el reloj en la muñeca derecha
• Prometer cuidarme del sol y terminar usando aceite johnson
• Pegar el culo a la estufa y cada tanto, quemar la ropa.



Fer (nopuedoevitarescribiralgoentreparéntesis)

martes, 13 de julio de 2010

Por la Igualdad!


El papel decía algo así como “por un papá y una mamá” y me lo entregaron a la voz de “juntos somos más”.
Lo agarré apurada, mientras cruzaba Libertador a toda marcha para que el semáforo no me detuviese a mitad de camino. Me bastó con leer el primer renglón para darme cuenta de que esta gente, se declaraba en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo, y a contramano de mis principios ecologistas, lo tiré indignada.
Mucho se ha dicho al respecto, y como en todo debate, hay gente a favor y en contra. Eso es aceptable, razonable,y hasta entendible. Pero pareciera que estamos olvidando que antes de ser cualquier cosa que elijamos o no ser, somos personas, y como tales, todos debemos gozar de iguales derechos.
Entonces, desde esa concepción, esta discusión, no debería existir.
Pero existe, porque los homosexuales en nuestro país y en muchos otros, por el sólo hecho de tener una orientación sexual “diferente”, están excluidos del derecho a consagrar su vida en matrimonio con quien ellos elijan. Parece mentira…
Como si Dios tuviera algo que ver con esto, los ultracatólicos conservadores chupa cirios, argumentan que es antinatural, que son una vergüenza, un mal ejemplo para la sociedad y los envían sin escala a la categoría de cuasi personas. Detestable.
También están los que están a favor del matrimonio, pero no de la adopción, y otra vez surge el cuestionamiento, anteponiendo la condición sexual ante la condición como personas. Son un poquito más recatados que los católicos chupa cirios, pero igual de detestables. Como si no fuera sabido que todos los homosexuales existentes hasta hoy, han sido concebidos dentro de una familia heterosexual, en el nombre del padre, del hijo, del espíritu santo, amén. Y como si no fuera sabido también, que actualmente pueden adoptar, solos. Paradójico.
Si todos, todos sin excepción, tuviéramos como línea de partida, el principio básico de darnos cuenta que todos, también sin excepción, somos seres humanos, estas cuestiones no estarían en tela de juicio.
Todo será cuestión de tiempo. Así funciona la evolución.

Fer (lalola)

viernes, 2 de julio de 2010

Y bueh...


Brasil quedó fuera del Mundial.
El centro porteño era una fiesta de bocinas.
La gente sonreía en las calles.
Entre desconocidos, comentaban el resultado.
Puro festejo de la derrota ajena.
A confesión de partes, un poco contenta me puse.
Hasta que ví un señor, llorando, que justo me miro y me dijo:
Nós estávamos fora, entendeu? são deixados de fora.
Pobres…

Fer (Brasil….laralalalalala)

lunes, 28 de junio de 2010

Una cuestión gramatical


Corría el año 1989, yo estaba cursando tercer grado y estábamos en clase de lengua; la consigna era armar palabras con letras sueltas que previamente nos habían sido entregadas, y quien más palabras formara, tendría un premio.
Motivada por el incentivo, puse en práctica toda mi imaginación y armé más palabras que nadie en el grado. Cuando le entregué, orgullosa, mi cuaderno a la señorita, ví que una línea roja e injusta tachaba una de las palabras, lo cual me dejó fuera del podio, y el premio fue para otro.
La palabra que había puesto como incorrecta fue ROSQUETE; me dijo que se escribía RODETE. Y no, señorita maestra, yo quería formar, con todas las letras que me quedaban, ROSQUETE, que es como una especie de factura redonda, con un agujero en el medio, tipo donut, o tipo rosquilla de Homero, bañada en merengue, riquísima, típica del Norte.
Le expliqué, entre pucheros de rabia, que esa palabra existía, que no era un invento mío; le dije que acá, en Buenos Aires, los rosquetes no se conocen, pero que en Tucumán los vendedores los llevan en enormes bandejas de mimbre y los venden, casa por casa, y la gente los espera rogando que les queden unos cuantos, para comerlos mientras toman mate. Le conté, que luego de comerlos, las manos y la boca, quedan teñidas de blanco y que el placer más grande consiste en chuparse los dedos y esperar al día siguiente para saborear otro más. Le expliqué todo eso, pero aún así, me aseguraba estar equivocada. In jus ti cia! In jus ti cia!
Decidí darme por vencida, hacer como si ella no estuviese errada y volver a mi banco, esperando el placer de los dioses.
Hoy llegó ese día: Escuchame, maestra de cuarta de tercer grado, sí sí, a vos te hablo; de tu nombre no me acuerdo, pero sí de tu permanente mal hecha, de tu cara de nada absoluta y de la vez que me tachaste “rosquete” con total ignorancia e impunidad. De eso me acuerdo clarito. Espero que durante estos años te hayas amigado con el diccionario, para no cometer nunca más, la brutalidad de desilusionar a una criatura de 8 años con tu escaso sentido de la educación.
Ah,y por las dudas, acá te transcribo dos de las cuatro acepciones, según la real Academia Española. He dicho.

rosquete.
1. m. Rosquilla de masa, algo mayor que las regulares.
2. m. C. Rica. Pastelillo de forma rectangular, hecho de harina gruesa de maíz y azúcar.

Fer (rosquete zoquete, rosquete!)

jueves, 17 de junio de 2010

La Argentinidad al palo (del arco)


Primer tiempo, en viaje.
Primer gol, apenas bajé del tren.
Festejo en Plaza San Martín, lleno de gente.
Segundo tiempo, en un bar, SOLA.
En todas las mesas, al menos había dos personas.
Segundo gol, todos abrazados. Viva Argentina! Iupi iupi!
Yo sola, gritando como desquiciada.
Tercer gol, el chico de la mesa de enfrente agarra con ambas manos sus partes pudorosas haciéndole gesto a la pantalla del televisor (a los jugadores coreanos, supongo) como diciendo “tomá ésta".Cochino.
Yo siempre sola, hasta el final. Bueno, tan sola no, pobre mi café con leche y el tostado, que me acompañaban.
Cuarto gol (fueron cuatro, no?) aplausos generales, más abrazos, dos se palmearon los hombros, como que no les dio para abrazarse.
Final del partido. Emoción.
Pagué la cuenta, rompí el ticket y en un acto de algarabía entusiasta, los desparramé por la vereda. Re loca.

Fer (vamos Argentina, carajo!, con más énfasis en la parte de carajo)

viernes, 11 de junio de 2010

We are CHUSMAS


(…) Lo peor de todo es que fue con una amiga. O sea, la piba era amiga mía y estaba todo bien; ese día estábamos los tres en la puerta de casa, yo iba y venía, de adentro hacia fuera, los ví juntos en una de las veces que salí, pero lo dejé pasar, no le di bola. Y no es por justificarlo, pero para mí que ella lo buscó.
Bueno, la cosa es que la llevamos en el auto, porque a la piba no la dejaban andar sola por la calle y la dejamos en la casa. Cuando volvíamos, solos, lo encaré (…)?????????
MALDITO COLECTIVO QUE VINO ANTES DE QUE ME ENTERE EL FINAL DEL CULEBRÓN!

Ferchu(sma)

jueves, 3 de junio de 2010

Lara la empacada


Ella me dice “soy un pez”, mientras nada en su mar imaginario, que en realidad es una bañadera de bebé que ya le queda chica.
Ella me sonríe desde esas profundidades con olas inmensas, pone caritas, hace ojitos, se ríe y en su aleteo, me empapa. Ya no necesita que yo la sostenga de los brazos para no hundirse, sólo que la observe, para sentirse segura. Y ante cada un ya está mío, hay veinte un ratito más de ella. Entonces, cuando se agota la espera y una toalla con capucha la envuelve, le pinta la ciclotimia femenina y el dulce pececito que hace unos segundos nadaba apacible, se transforma en un león furioso que compensa la falta de garras con patadas desquiciadas; divina la nena.
Es en ese momento cuando más vulnerable me siento. Porque el límite de perder la cordura es tan finito, tan invisible.
Y me propongo, ejercitar la paciencia como un aprendiz de buda, sacar a relucir mis mejores estrategias de madre con dos años y tres meses de experiencia y sonar convincente.
Y después de practicar y practicar, me convertí en experta contadora de cuentos cantados, puedo dar cátedra de psicología inversa, hacer mil cosas al mismo tiempo, abstraerme del sonido y convencer a un ateo sobre la existencia de Dios. Puedo controlar las situaciones y mis emociones. Lo puedo hacer. Lo puedo hacer. (Aplausos)
Pero cuando son las doce de la noche y ella sigue dando vueltas, con la energía de las dos de la tarde, cuando le digo que coma y me pide el postre, cuando la cambio y llora porque no quiere esa remera, cuando me contesta desafiante y me deja muda, cuando hace todo eso, trato de recordar lo buena que era contando cuentos, las cátedras que daría en psicología y en abstracción del sonido, y la mente se me pone en blanco y un sonido gutural sale de mi interior porque la criaturita agotó mi paciencia.
Entonces ella llora y a mi me da pena que llore y trato de dejarla un rato más, pero no puedo porque me mata la culpa, y la agarro y sin decirle nada le acaricio el pelo y la cara y le seco las lágrimas y la beso. Y ella, Andreita del Boca en pinta, me mira sonriente, me pregunta si ahora estoy contenta, e imitándome la voz me dice: Lara, si ya mismo no te vas a la cama, mamá se va a enojar y se pudre todo!
Ahí es cuando todo vuelve a empezar…

Fer (Larita comé, Larita bajate de ahí, Larita no hagás cagadas, Laritaaaaaaaaaa)

miércoles, 26 de mayo de 2010

Corre Nanda corre!


Decir que fui a correr una maratón un domingo a la 7.3 de la mañana suena menos creíble que los números del Indec, pero juro que fue así. Créanme.
Me impactó el espíritu deportista (el cual carezco) de tanta gente. Yo sólo me disfracé de maratonista y salí al ruedo, teniendo como única motivación, que mi hermana no agotara mi paciencia echándome en cara no haberla acompañado. Lo mío fue puro sentido del compañerismo. O hasta entonces, eso creía.
Cuando nos calzamos la remera, desayunamos y precalentamos infiltradas en la carpa de otra empresa, mi cuerpo estaba como contento. Comencé a sentir una adrenalina que me hacía vibrar los músculos. Raro, no?
En la línea de largada y con una música altamente motivante, agarré a mi hermana de la mano, le deseé éxitos y me transformé. Quería ser la primera en llegar, cueste lo que cueste. No me reconocí en esa atleta profesional en la que me había convertido, yo (por suerte volví a ser yo) hubiese preferido quedarme en la cama, durmiendo. Pero la que estaba ahí el domingo quería llegar a la meta en tiempo récord. Yo hubiese trotado, la que estaba ahí, corría veloz y a ritmo parejo. Yo había ido a acompañar a mi hermana, la que estaba ahí, había ido a ganar.
Todo ese desdoble de personalidad, duró aproximadamente unos cinco minutos, hasta que me agarró un dolor en el costado y volví a ser quien soy: una auténtica ojota en el deporte.
Miré cómplice a mi hermana, como diciéndole, y si caminamos? Pero sus ojos me respondieron con un tajante ni se te ocurra, no me levanté a las 7 de la mañana de un domingo para venir a caminar a los bosques de Palermo.
Metros antes de llegar a la meta, una chica se da vuelta, y confundiéndome con una amiga, me dice: dale que falta poco! La miro, la vuelvo a mirar, y reaccioné: era la ex novia de mi marido; jamás me la crucé en años y la encuentro en una maratón multitudinaria. No, si el mundo es un pañuelo (¿?).
Lamenté no haberla visto antes, cuando tenía un poco más de aire en los pulmones, para saludarla y decirle lo mal que le hizo el paso del tiempo. Lo único que quería, era llegar y que me quede resto para seguir viviendo. No da quedar internada por correr 3 km! Y en ese ahorro de energía chavista,hice el último tirón hasta la línea de llegada, donde nos recibieron con aguas de distintas marcas, y de regalo, una bicentenaria remerita celeste de Nike (a ver si me esponsorean la crónica). A mi gusto, sólo faltó alguien que me secara las gotas de sudor de la cara, téngalo en cuenta para la próxima, si?


Fer (todavía me duelen las piernas)

lunes, 17 de mayo de 2010

Nanda...se te ve la tanga


El último granizo que cayó oh casualidad! con mayor intensidad en Vicente López, partido en el cual vivo, destruyó la claraboya del baño (entre otras cosas). Y con el furor de los arreglos no había vidriero disponible para solucionar lo que la catástrofe natural había dejado.
Finalmente ayer, pudieron cambiarlo. Y he aquí el papelón.
Yo estaba en casa, esperando descreída, que tocaran el timbre. Cuando llegó el muchacho en cuestión, me pidió muy respetuoso pasar al baño para poder comenzar con su trabajo. Si, cómo no, pase, pase. Y pasó él y también pasó lo peor. Me da cierto pudor contarlo, y de esta manera hacerlo público, pero tengo que sacudirme la vergüenza de algún modo.
Cuando corrió la cortina para poner la escalera, una tanga blanca (menos mal que no era roja) colgaba de uno de los ganchitos en donde pongo el shampoó, la crema enjuague, el guante exfoliante, y muchos etcéteras. Colgaba insolente y desafiante, pero bien limpita a Dios gracia.
Obvio que la vio, imposible no verla.
Cómo olvidé sacarla! Im per do na ble!
Lo miré en el exacto instante en que él la veía sorprendido y con vergüenza ajena, o eso supuse yo. Inmediatamente mi cara se tiñó de un rojo bordó que contrastaba con la vida, y deseé con el alma entera estar veinte metros bajo tierra o en cualquier otro lugar, menos ahí, con el vidriero, en el baño, mirando mi ropa interior, con la que nada podía hacer que no me dejara aún más en evidencia.
De todas maneras, como pasa en estas situaciones, nadie emitió comentario; el señor cambió el vidrio y yo huí cobardemente a la cocina, rogando que terminara para no verlo nunca más en toda mi existencia.
Al rato, me dice: señora (da a grande el señora, no?), ya terminé, venga a ver cómo quedó. No, está bien, quésede tranquilo, si total, era cambiar un vidrio nada más. Y usted es vidriero, me imagino que con experiencia, así que confío en que ha dejado todo en perfectas condiciones. El tipo me miraba con una mezcla de orgullo y sorpresa, y así lo fui guiando hasta la puerta de salida, convencida de mis argumentos.
Cuando quedé sola con mi alma, pensé en la costumbre de dejar colgados los calzones y las consecuencias impensadas que esta práctica podría llegar a tener. Y casi sin querer, mientras me alejaba de la puerta, escuché al vidriero reírse a carcajadas, como si las hubiera contenido durante siglos, como si nunca se hubiera reído en la vida, como si fuese la última vez que fuera a reírse, de mí.
Moraleja: los trapitos, la próxima, van al sol.

Fer (hay tonga con la tanga)

jueves, 13 de mayo de 2010

El Señor de los Anillos


Al igual que en Japón, donde los estratos sociales se regían de acuerdo a qué artistas pintaban los kimonos, en nuestro país, la misma medición podría realizarse, usando como parámetro, los anillos de casamientos.
Claro está, esto solo sería válido para quienes se encuentren o se hayan encontrado alguna vez, dentro de ese estado civil. Por lo que mi teoría podría ser aplicada únicamente a ese grupo de personas.
Cómo llegué a esta conclusión? observando. Es impresionantemente coincidente la relación que existe entre el anillo (grosor, tipo de oro, ornamentación) y el nivel social de la persona que lo posee.
Podría ser casual, pero no lo es. Sino, observen ustedes mismos y después cuéntenme cómo les fue.
Todos mis jefes (y he tenido varios) llevaban puesto un anillo de oro, ancho, pesado, labrado, importante. Y todos ellos, sin excepción, tenían una interesante cuenta bancaria. Eso no es coincidencia. Es una realidad irrefutable.
Para descartar cualquier sospecha de calificar este riguroso estudio como un hecho aislado, recurrí a los dueños de los locales de la calle Libertad, conocida por sus joyas, y fueron ellos quienes confirmaron, por unanimidad, mi flamante teoría.
El lingote de oro cuesta una fortuna, y es cada vez más prohibitivo. Pero si Usted piensa en casarse y no posee demasiado dinero, no se preocupe, por unos quinientos pesitos, le venden un par de alianzas finitas, pero muy bonitas.
Y hasta quizás le acepten por veinte pesos algún otro anillo (de oro, mínimo) que ya no use para fundir el material y hacer otro bien ancho, pesado e importante para quienes puedan gastarse lo que Usted gana de sueldo, en un par de alianzas.

Fer (ca(n)sada)

lunes, 26 de abril de 2010

Si!esta


No tengo dudas de que mi amor maduro por la siesta tiene su origen en haber nacido en el Norte de la Argentina, más precisamente en Tucumán, donde el tiempo se para a las 13 horas y arranca nuevamente a las 16 o un poco más tarde quizás, dependiendo de la estación del año.
En verano, cuando la temperatura asciende los 45º es imposible andar bajo el sol en esos horarios y de ahí la necesidad de resguardarse unas horas, para retomar las tareas cuando el calor no es tan agobiante.
Recuerdo que mi mamá escondía la llave de la puerta bajo su almohada, mientras ella dormía, para impedir que bajásemos a jugar y se ve que cada madre tenía una táctica diferente (o tal vez la misma) para evitar la huida, porque ninguno de nuestros amigos salía durante esas horas. La espera se hacía eterna; nuestro reloj infantil no concebía la idea de dormir si no era exclusivamente de noche. Y era una fiesta cuando al fin se despertaba y se encendía la luz verde para salir a jugar.
Hoy, cuando la siesta pasó a ser un milagro de algunos sábados, es cuando más añoro esos años primeros, esa media luz que invitaba,sin lograrlo, a que cerrásemos los ojos.
Y es hoy también cuando disfruto más que nunca meterme en la cama, tipo tres de la tarde, tapada hasta el cuello, abrazada a Larita y despertarme luego de dos o tres horas y decir con todo el placer del universo: qué siesta nos hicimos cucuzí!

Fer (zzzzzzzzzzzzzzzzzzzz)

viernes, 16 de abril de 2010

Pura estrategia de marketing


El jardín donde va mi hija tiene unas grietas en la pared que necesitan ser reparadas con urgencia, aunque este término tiene otra acepción para las autoridades competentes de la Municipalidad de Vicente López, quienes se tomaron cinco preciados años para destinar los fondos a tal fin; lo que produjo como consecuencia inmediata, la mudanza al Templo Evangélico donde intentarán desarrollar las actividades con la mayor normalidad posible.
Lo que me lleva a pensar que todo esto no es más que una vil estrategia de marketing del Pastor Giménez en conjunto con el Intendente del mencionado partido…es tan obvia su participación que me cuesta creer que nadie lo haya notado antes que yo. Lo veo con tanta claridad, con tanta nitidez que me asusta.
La grieta es el foco desencadenante para sus negocios, nada más; es la mecha de la dinamita a punto de estallar, la luz al final de túnel. No lo ven así ustedes también?
Es simple: El Templo existía con anterioridad al jardín, el jardín oh, casualidad! se construyó en una casa abandonada en la otra cuadra del templo y si bien las grietas existen por algún error en los cimientos, era lo que estaban necesitando que sucediera para trasladar a todos los nenes, maestras, cocineras y colaboradoras al templo Evangélico y de esta manera, conseguir más fieles. Como es sabido, a ellos se les retiene un porcentaje fijo por mes de su sueldo, lo que se dividiría entres las partes involucradas. Más claro, echale agua oxigenada-
Me preocupa que a mi hija se le confundan los términos y me pida con cánticos religiosos ir al jardín, y a mi no me quede más opción que llevarla al Templo. Tengo miedo de que, una vez solucionado el problema de las grietas, no quiera regresar a su hermosa salita lila y se convierta en la primera niña Pastora del mundo.
Si, ya sé, piensan que exagero, pero ojo al piojo: no dicen que la religión es el opio de los pueblos? Ahí lo tienen!

Fer (…y las montañas se moverán!)

lunes, 5 de abril de 2010

The Rat-Man


Era la única mujer en una fábrica metalúrgica llena de hombres, hornos a todo vapor y ruidos ensordecedores de máquinas, herramientas y chicharras que anunciaban los horarios de entrada, almuerzo y salida. Sentía que estaba en plena revolución industrial, más que nada porque la última inversión que se había hecho en ese lugar databa de esa fecha. Muy retro la onda.
El día que llegaron los muchachos del Ministerio de Trabajo, supe que iba a estar todo mal. No fue una premonición, sino una obviedad absoluta: el 90% de los trabajadores estaban en negro.
Llamé a quien por entonces fuera mi jefe y le comenté la situación, con una calma chicha admirable. El tipo se puso como loco al grito de “escondelos, escondelos”, como si se tratara de cajas de cartón con contenido sospechoso.
Cómo “escondelos”? Sí, que se escondan. No dejes entrar a nadie hasta que no estén escondidos. Hasta ese instante, nunca había sentido la vergüenza ajena tan materializada.
Caminé despacio (para no resbalarme con la grasa del piso) el largo pasillo que separaba mi oficina del resto del lugar y le comenté al capataz la realidad de los hechos, y fue él quien se encargó de transmitir la idea del jefe rata.
Como todo gremio mas o menos fuerte, contaban con un delegado, quien saltó enseguida en defensa de sus compañeros “acá no se va a esconder nadie” “si tiene que pagar la multa que la pague, pero que los ponga en blanco”. A todo esto, la gente del Ministerio seguía afuera, impaciente.
Los empleados, asustados, le hicieron caso a la voz de mando y comenzaron a subir al techo, de a uno por vez. La mayoría era gente grande, hombres que desde hace 40 años trabajan ahí, desde antes que el jefe rata se quedara con la fábrica. Desde que la fábrica era de otro jefe rata, desde siempre.
Yo los veía subir y rogaba que alguien los estuviese viendo también y que todo haya sido un sinsentido. De repente lo veo a Torres (en las fábricas, no hay nombres, sólo apellidos) subir la escalera, apresurado; Usted no suba Torres, está en blanco, le grité para que me escuchara. Pero ya estaba arriba junto con los demás. Pobre Torres.
Cuando ingresaron los del Ministerio, el delegado mandó al frente al jefe rata, lo que confirmó lo que ellos estaban viendo desde afuera: una fila de gente grande trepando el techo. Le dieron diez días de plazo para regularizar la situación, sino tendría que pagar cinco mil pesos por persona en negro.
El jefe rata se puso furioso cuando se enteró del desenlace, pero no le quedó otra más que blanquearlos, muy a pesar de su voluntad.
Claro que el trabajo dignifica, pero qué bueno estaría que se den las condiciones, siempre y sin excepción, para que esa dignidad sea real y no mínima vital y móvil.

Fer (Compañeros!)

lunes, 29 de marzo de 2010

Paren el mundo, me quiero bajar


Crecer para mí, significaba llegar, con sólo estirar los brazos, al último estante del modular; o acostarme en el sillón, estirar las piernas y tocar el apoyabrazos con los pies, sin esfuerzo. Esos objetos eran mi parámetro de medición y era feliz si no los alcanzaba. No quería crecer.
La sola idea de soportar los elásticos del corpiño presionando mi piel me parecía abominable; me resultaba repugnante el olor de la cera depilatoria que usaban mis hermanas y detestaba la película Quisiera ser Grande.
Decreté inconcebible el hecho de tener novio antes que mi hermana Erika y me enorgullecía de pies a cabeza diferenciarme de ella sólo por un pequeño gran detalle: yo, no me había convertido en “señorita”. Seguía siendo, junto con mi hermana menor, la mimada de la familia.
Hasta que una mancha roja y cruel me avisó que había crecido. Que horror! No me podía estar pasando eso justamente a mi! Por qué no le pasaba a mi vecina que contaba los días en el calendario para que “eso” sucediera? Pero no, ahí estaba yo, rogando que fuera algo pasajero, pidiéndole a Dios que se me pasara, que volviera el tiempo atrás.
Para desgracia de mi único hermano varón, no estaba mi mamá, por lo que corrí a abrazarlo envuelta en llanto, desesperada, como si estuviese a punto de morir. Todavía me acuerdo de su cara de asco, de sus ojitos verdes desorientados y de sus brazos envolviéndome sin ganas, resignado. Pobre, él no tenía la culpa de lo que estaba aconteciendo y sin embargo, yo lo estaba aprisionando, mucho más fuerte que los elásticos del bretel a mis hombros-
Cuando por fin lo solté, comprendí que el mundo había cambiado a partir de ese momento y para siempre. Todos me felicitaban, como si antes de ser eso en lo que me había convertido, hubiese sido un animalito de Dios. Yo los miraba enojada y confundida. No había razón alguna para alegrase de la desgracia ajena.
Hoy, como mujer, veo a la nena que fui, y la entiendo. Todo lo nuevo asusta. Pero crecer es parte del maravilloso proceso de la vida. Y si pudiera hablarle, le diría lo que nadie me supo decir: tranquila, mi amor, lo que estás experimentando es el milagro de la vida.

Fer (retro spectiva)

martes, 23 de marzo de 2010

Nada es lo que parece


Siempre odié ser “la nueva”. Desde chica, desde siempre. Es un rol complicado, incierto y agotador.
Era julio del año 1987, yo tenía seis años y era la nueva en una escuela de guardapolvos blancos y desabrochados, chicos corriendo enloquecidos y maestras gritonas que contrastaba de cabo a rabo con mis zapatos recién lustrados, mi pelo recogido bien tirante y mi delantal blanco impoluto y perfectamente planchado por mi mamá.
En el primero de los dos recreos que teníamos, un compañerito se me acerca y me da un corazón rojo, chiquito, hecho en papel; nunca le dije gracias, en cambio lo miré furiosa y roja de vergüenza fui directo hacia el tacho de basura donde lo dejé caer, indignada. Qué tanto. Cómo se atrevía. No me había dicho ni hola y ya me entregaba un corazón.
Él me miraba sin entender mi enojo, sin hacerse cargo de su desfachatez.
Toda esa barbarie era demasiado para la nena recién llegada de un colegio de monjas en Tucumán que era yo.
Cuando entramos al aula, no podía ni mirarlo, estaba paralizada. Me senté sola en el banco, intentaba concentrarme, pero no podía. El corazón ocupaba el cien por ciento de mis pensamientos.
Al día siguiente, una compañera me pregunta "por qué no viniste ayer al cumpleaños de Fulanito?"
Recién ahí me di cuenta que el corazón no había sido una demostración de amor, sino una ridícula tarjeta de invitación.

Fer (avisaaaaaaaaa)

jueves, 11 de marzo de 2010

Hasta Siempre


No puedo continuar las Crónicas como si nada hubiese pasado, como si tantos corazones no estuvieran destrozados antes la pérdida irremediable de un ser tan querido como fue y es Luciano Di Nicola.
Entonces elegí escribir ésto para poder seguir escribiendo otras cosas luego, aunque ya nada sea igual nunca más.
Si tuviera que explicarle a alguien que no lo conocía, cómo era Luciano, el primer adjetivo que viene a mi mente es CARITATIVO, y los que lo conocíamos seguramente coincidimos.
Luciano era un ser enormemente bondadoso, preocupado por el prójimo más necesitado, por los pobres, los desamparados, los sectores más vulnerables. Fue un ser coherente hasta el último día de su vida, que medida en tiempo fue corta, pero en acciones sociales, será eterna.
Luciano se la pasaba haciendo cosas, literalmente; y un día suyo eran cuatro de cualquier otra persona. Daba clases en los Talleres Oficio, misionaba acá y en otros países, era catequista, difundía la cultura y las artesanías de los aborígenes de Formosa, comenzaba a transitar el camino de la política, era un convencido de que si se trabajaba duro, podía lograse la igualdad entre los seres humanos.
Luciano se describía a sí mismo como un soñador, y vaya si lo era. Soñaba con un mundo más justo, con una Latinoamérica unida, con que se respetara el derecho a vivir dignamente. Y lo admirable de todo eso, es que él realmente accionaba sobre esos sueños, concreto, al grano.
Cuántas veces lo ví cargando ropa, juguetes, cajas y cajas en su camioneta, todo destinado a los que nada tienen. En cuántas ocasiones lo encontré llegando de un viaje, agotado, pero feliz; siempre con una sonrisa a flor de piel, con un sombrero distinto en su cabeza, con unos pantalones coloridos, con su cruz misionera colgando del cuello.
Luciano era un ser de luz, y esa luz es la que nos va a alumbrar el camino para poder seguir adelante.
Lucho querido, siempre estarás en nuestros corazones. Y tu siembra dará abundantes frutos porque vos demostraste que en un mundo lleno de injusticias y desigualdades, con esfuerzo y convicción, podemos torcer la balanza a nuestro favor.

Fer

miércoles, 24 de febrero de 2010

Testimonio de una Religiosa en Haití


No alcanza (nunca alcanza) con creer que hay un más allá, que todo lo que sucede tiene un sentido altruista, un fin que justifique los medios, un porque.
Cuando finalicé de leer ese testimonio en primerísima persona, agradecí, como un acto reflejo, estar viva.
El terremoto que desbastó Puerto Príncipe, me desgarró el alma. Pero no fue un sentimiento inmediato, sino que llegó mientras leía ese mail, que me dejó pasmada y llena de culpa.
La tierra se había movido, furiosa, para que mirásemos a Haití y mis ojos estaban en otro sitio, indiferentes.
Comparto con Ustedes, esto que alguien muy comprometido socialmente hizo conmigo: el Padre Marcos Pirán, quien ahora se encuentra ayudando a los sobrevivientes, quienes antes de esta tragedia, ya sufrían el hambre, el desamparo y la pobreza.

Este es uno de los Testimonios


"Hola a todos,..
primero de todo, gracias por tanto apoyo... estoy viva, sí, de milagro... NO SÉ POR QUEEEÉ Y LO DIGO CON UNA RABIAAAA!!! pero tanta gente está muerta que siento estoy muerta con ellos, no sé por qué estoy yo viva... me da rabia estar siempre entre los que tienen suerte... no sé qué quiere Dios de mí y de todo esto...
El terremoto me pilló en casa, en la sala de comunidad, con una religiosa a la que doy clase de español y con Gardine, la postulante. El temblor fue horrible, no nos manteníamos de pie y salimos como pudimos fuera y nos tiramos al suelo... el ruido era estremecedor... oímos un gran estruendo y una nube de polvo y casquetes cayó sobre nosotras... no sé cuánto duró, yo diría que unos 20 segundos o más. Cuando paró nos vimos cubiertos de polvo blanco... yo me di cuenta que la escuela de secundaria de al lado de casa se había caído, y gritos y gemidos y... la gente no sabía dónde ir, no sabía qué hacer, todo el mundo aturdido... yo que sé... no sé describir... pero pensé que en la escuela habría chicos dentro y entre. El polvo no me dejaba ver bien... pero vi varios chicos muertos y una mujer con las piernas cubiertas de bloques pidiéndome ayuda... la cabeza abierta... las piernas prácticamente cortadas pero no la pude sacar, pedí ayuda pero nadie hacía nada, la gente no sabía lo que hacer... debajo de los pisos que cayeron veía manos que salían pidiendo ayuda... por lo menos vi siete u ocho manos que se movían... me acerqué a tocarlas y a decirles que iba a ayudarles. Pero un nuevo temblor me hizo salir corriendo... tenía miedo de que más bloques cayeran sobre mí... miedo no, pánico... no sabía qué hacer, los chicos me pedían ayuda... y yo si volvía me ponía en riesgo... pero volví... no había espacio suficiente para que salieran... los bloques no les permitían salir... me fui a buscar un martillo a casa y volví a romper bloques... no tengo fuerza suficiente pero abrí un poco y conseguí que una chica muy flaquita saliera... todos me suplicaban que los sacaran... pero no pasaban por el agujero... era demasiado pequeño... solo esa chica se salvó... el piso terminó de caer y murieron... porque ya no los oí más....
La mujer de las piernas también murió al poco rato. Me fui por la parte de detrás... y encontré un chico metido de pie entre los bloques y los hierros. Me pidió ayuda... estaba hundido y había muchos cables de hierro a su alrededor. Yo sola no podía llegar, había un bloque sobre el que corría peligro de caer... se movía y los temblores continuaban... salí varias veces corriendo con cada temblor pero el chico me llamaba y suplicaba que no le dejara. Le estiré por los brazos pero era imposible... era muy grande y estaba muy metido... los hierros no me dejaban llegar... me dijo que tenía las piernas rotas pero que le estirara... que si metía las manos y le sacaba los zapatos podría salir... me metí para sacarle los zapatos y me enganché con los hierros... pero se los saqué... un hombre nos vino a ayudar, me estiró a mí y luego le estiramos a él... las piernas totalmente rotas... aullaba de dolor... me fui a buscar el coche... y además de él metimos a tres más... todos desgarrados ensangrentados... todos gimiendo...
Caos en la ciudad, ningún sitio a donde ir... todo bloqueado. Los dejé en el hospital Sacre Coeur, en el patio, porque el edificio amenzaba ruina. No podía hacer más... algo harían por ellos...
No pudimos llegar a casa, todas las casas caídas, mi calle destrozada, nuestra parroquia en el suelo... las calles totalmente bloqueadas... dejé el coche en los Monfortianos... la iglesia también destruida... cadáveres por todas partes...
Caminé toda la noche en busca de Vivian que estaba en la otra punta de la ciudad. Cuando llegué a las 6 de la mañana se la habían llevado a otro sitio. Cogí un camión para llegar y seguir caminando... luego a buscar, a Middia... la encontré herida cerca de casa sin poder caminar, busqué el coche e intenté juntarnos a todas y ponernos a salvo... ningún hospital nos recibía... muertos por todas partes... inexplicable...
Después llegaron equipos de Estados Unidos para buscar vivos entre los escombros y recorrimos escuelas y universidades, no encontramos a nadie, el olor a muerto era insoportable... He trabajado en el hospital 5 días interminables... todos, todos, todos, con piernas y brazos amputados, cabezas abiertas... desangrados... hemos perdido a muchos sin poder hacer nada... Mi lucha estaba entre llorar o seguir aguantando por soportar el dolor de tanta gente... nos llegaban a treintenas... en camillas...
Indescriptible...
Ayer dijimos que no podíamos más y vinimos a Gros Morne, a descansar un poco, y pensar juntas que hacemos...
No sé qué vamos a hacer... la vida ha cambiado para mí...
Gracias por vuestra solidaridad apoyo, cariño... todo eso me sostiene...
Isabel SolaReligiosa de Jesús-María (RJM) desde Haití

lunes, 22 de febrero de 2010

Dos años


Un día como hoy, hace exactamente dos años, cambiaba mi vida para siempre: Lara llegaba a este mundo; hambrienta y llorona, amarilla china y tan bonita.
Jamás voy a olvidar la sensación de tenerla sobre mi pecho dándole la bienvenida, enchastradas las dos, agotadas las dos, felices los tres.
Nada de lo que había imaginado tenía la dimensión de lo que estábamos viviendo; todo era superlativo. Todo había valido la pena.
Feliz Cumpleaños mi vida. Que Dios te bendiga siempre.

Te amo como nunca imaginé que se podía amar.

Mamá

martes, 16 de febrero de 2010

Corazones de Hojalata




Muerta de aburrimiento, entro una vez más al Messenger para ver quién de mis contactos está conectado y disponible. Para mi asombro, veo que el muñequito de mi hermana Cynthia está verde, por lo que le escribo un holaaaaaaaaaaaaaa con signos de admiración. Como no me contesta, le mando caritas sonrientes, corazones y finalmente un zumbido, al que responde con un lastimoso hola, casi fastidiada. La conozco.
Me dice que está trabajando, que no puede darme bola (textual), que después seguimos. Insensible. Y yo que tanto la extrañé mientras estuvo de vacaciones, muerta de frío, como escribió en su msn “frío polar en el Caribe Cubano”.
Creo que mis hermanos no entienden todavía que la familia que yo formé con Fede y agrandé con Larita, no hizo más que extender la que ya tenía, que son ellos (agrandados también), mi papá y mi mamá.
Y sin ser médicos me diagnosticaron “inmadurez emocional” por amarlos con el alma entera, por llamarlos cuando hace mucho que no se nada de ellos, por preocuparme por cosas con y sin importancia, por añorar su felicitad todo el tiempo.
Sin ir más lejos, hace unos días, cuando Cynthia y Lourdes se fueron de vacaciones y no teníamos noticias de si habían llegado sanas y salvas, pensaba en ellas y maldije al mismísimo Fidel Castro por hacer tan complicadas (y caras) las comunicaciones.
Larita de un momento a otro empezó a preguntar con su vocecita de bebé “Y Cynthia?, y Cynthia?”(léase Shintia). Ahí dije, chau! Algo les pasó, por qué la nombra tanto? Estarán perdidas en alguna isla tipo Lost, el gobierno cubano la detuvo por ser periodista, qué pasa que no llaman???!!!!
Desesperada, telefoneo al gran Aro Geraldes, quien me dice con voz de “no lo sabías?” “le dije a Erika que les avisara que Cynthia llamó, llegaron bien y la están pasando bomba!”
Ahhhh, ok! Resulta que estuve como tres días con todas sus noches sin saberlas a salvo y Erika que tiene un pequeño problema de cuelgue, no tuvo la delicadeza de aliviarme la angustia.
Como este ejemplo, puedo dar miles. Uno más desgarrador que el otro.
Llámenme exagerada, inmadura emocional, infantil, fatídica, tonta, idiota, imbécil; llámenme como quieran. Pero les advierto algo: no tengo pensado cambiar.

Fer (ultra sensible)

miércoles, 10 de febrero de 2010

Lara va al Jardín


Mi bebé comenzó el jardín! Sé que es común la frase “no puedo creer lo rápido que pasa el tiempo”, pero es real; cuando nació, parecía que faltaban siglos para ésto y sin embargo, ayer tuvimos nuestro primer día de adaptación a un mundo nuevo, que es la salita Lila de los Marineritos.
Cuando entramos, enmudeció. Se dedicó a observar todo como quien mira algo por primera vez. Y para mí, fue una certeza absoluta: Lara está creciendo.
Lo fue también cuando un día que la reté, me dijo segura de sus palabras “mamá, es mi vida”. Si aún no tiene dos años, qué me dirá, no a los quince, sino a los cuatro? Tengo que estar preparada.
Todos estamos adaptándonos, y mi deseo como madre, es estar presente. Acompañarla, incentivarla, que mi mano siempre esté a su lado por si necesita mantenerse en equilibrio.
Se vienen días de cambios: no más chupete, no más mamadera, no más dormir en el medio nuestro. No sé si lo lograremos hija, pero al menos vamos a intentarlo.

Fer (mamá)

lunes, 8 de febrero de 2010

Aquel(los) Año(s) Dorado(s)


Me entregaron, sin pedirla, una tarjeta de crédito con un límite mucho más alto del que yo podría alguna vez gastar y con un color que nunca hubiese elegido: dorado.
Cuando consulté por el costo de renovación, la oficial de cuentas me dijo que estaba bonificado si gastaba más de mil pesos mensuales. Entonces comprendí que esa bonificación no me incluía y que las bondades del plástico durarían un año exacto. Ni más ni menos.
Un mes antes de que se cumpliera el plazo hice los deberes: di de baja la tarjeta. Y como aún no estaba vencida, podía continuar usándola hasta que expire.
Y un día expiró. Y el placer que me produjo romperla fue inenarrable.
Sentí como si mis fibras se rebelaran por completo contra el sistema capitalista de consumo masivo del cual yo arte y parte.
En los instantes que duraron esos dos tijeretazos fui feliz. No iba a tener más cuotas de cosas innecesarias, me liberaría de los resúmenes, de abrir todos los meses el sobre, de hacer cálculos mentales jugando con el cierre y de la fatalidad de caer en la tentación.
Y fue ahí, cuando un pensamiento más profundo vino a buscarme. Me pregunté si eso que estaba experimentando era real. Si sería capaz de vivir con lo básico, por simple elección. Y me adentré en la filosofía del consumo y del no consumo. De la necesidad del dinero. De trabajar a cambio de una paga. De la ley de la oferta y la demanda.
Y mi cabeza estalló. Se me enroscaron las ideas, se pelaron a muerte mis principios, le llegó una extensa carta documento a mis valores, por contradecirse en plena declaración testimonial.
Por un momento me imaginé sembrando mi huerta orgánica (como ya lo hice años atrás), sacando los huevos de mis gallinas ponedoras, cocinando pan casero, viendo crecer mis hijos lejos de la gran ciudad, corriendo libres por los verdes prados, sin rejas ni asfalto, con la felicidad que infunde la vida en contacto con la naturaleza.
Y mientras esa melodía sonaba en mi cabeza, el disco (qué antigua) se rayó y supe que todo eso era imposible.
Mi intento de huerta orgánica fracasó por culpa de las semillas truchas del Plan Pro Huertas de INTA; la única vez que intenté agarrar un huevo de una gallina, casi me arranca un dedo; y cocinar no es lo que mejor me sale. Un plan impracticable.
Al menos me di el gusto de pensarme en ese lugar unos minutos y soñar con lo que querría ser, pero no puedo. Una auténtica ironía.

Fer (confundida)

lunes, 1 de febrero de 2010

Angel Face


Me desperté con un extraño en mi cama. Bastante parecido a mi marido, pero sin barba, sin bigote y como cinco o seis años más joven. Atiné a darle vuelta la cara de un cachetazo ante la inminencia de un beso de buen día, pero como estaba tan dormida, el muy atrevido me lo zampó igual.
Confundida, le pedí a los gritos que se fuera ya mismo de mi casa, con voz imperativa le pedí que confesara sin vueltas qué había hecho con mi marido y mientras me alejaba de su vista en busca del palo de escoba como arma de defensa, repetía para mis adentros, esto no me puede estar pasando, esto no me puede estar pasando.
Lo que sinceramente me llamó la atención fue su actitud despreocupada y burlona hacia mis palabras, hacia mi persona y hacia toda la situación.
Mientras yo enfurecía, él se reía y me preguntaba si le preparaba una mamadera a nuestra hija. NUESTRA HIJA??!!!! Yo con vos no tengo ninguna hija!!! Decime qué hiciste con el verdadero padre de mi hija y acaba con esto de una vez!
Él, como si nada, fue a la cocina, agarró la mamadera (sabía exactamente dónde se encontraban las cosas), la calentó en el microondas y luego se la dio a Larita, quien aún dormía.
Después fue hacia el lavarropas, y colgó en la soga la ropa que yo había dejado lavando la noche anterior.
Por último, agarró un papel de diario y lo colocó sobre el pis de Mollo. Esa fue la última pista para darme cuenta de que, definitivamente, no era mi Fede.
Por Diosssss!!!!!!!!!! Dónde lo dejaste?! Si me lo decís en este instante, juro que no hago la denuncia.
Pero nada…puso la pava, me preparó un café con leche y me invitó a desayunar juntos.
Ahí fue cuando decidí terminar con el interrogatorio; me parece que esta nueva versión es mucho más conveniente.

Fer (porque afeitarse hace bien!)

jueves, 14 de enero de 2010

lunes, 11 de enero de 2010

Me estás cargando


Apenas supe que Susana (Giménez) tendría una revista propia, y además sería la protagonista única de las portadas, di por hecho que más que información femenina sin importancia, habría un exceso zarpado de fotoshop.
Si bien es cierto que en todas las fotos sale flaca re flaca y más joven que una niña de 15 años, acá directamente se fue al carajo. Y es absolutamente contraproducente. Por qué. Paso a explicar.
De “Shock!” a esta parte, pasaron muchos largos años, sin embargo, siguen mostrándonos una Susana indemne al paso del tiempo. Algo que no es real, por una cuestión natural: los años pasan, inevitablemente.
En su imaginación, ella querrá eternizarse joven, y debe agradecer a todos los santos la existencia de tecnología que favorezca su ideal de perfección.
Ahora bien, por qué digo que esto puede jugarle en contra. Por la simple razón de que si me la cruzo un día por la calle, sin cámara ni efectos de por medio, así, cara a cara, lo más probable es que muera del susto. Vería a una señora mayor, arrugada, estirada y vuelta a arrugar, gorda y con raíces oscuras.
En cualquier otra circunstancia, eso no llamaría mi atención, envejecer no es ningún pecado, querer ser por siempre joven tampoco. Pero no me coincidirían las imágenes. Y ahí vendría el susto.
Por todo lo antedicho, por poder seguir vivos tras un posible encuentro con la diva de los teléfonos, es que les pido a su círculo más íntimo que intenten persuadirla hacia el camino de la dignidad.

Fer

martes, 5 de enero de 2010

Tasha, ya tá!!!!! (o su versión adulta: Matemos a Tasha)


Si hubiese llegado un día antes, podría haberle comprado la colección completa de los Backyardigans, pero llegó un día después y sólo quedaba Tasha, solita con su vestido naranja, con los ojitos perfectamente bordados y esa carita de nada absoluta. Le dijeron que pase al día siguiente para buscar a Pablo, Tyrone, Uniqua y Austin, pero el vuelo salía ese mismo día, unas horas más tarde.
Así que la pobre Tasha viajó mudita de Salta a Buenos Aires entre pantalones, hojas de coca, medias y desodorantes.
Cuando llegó a manos de Lara, aún conservaba la inocencia y no había ningún indicio de la venganza que se traía entre manos.
Un día después de su arribo, oímos unas risas, que más que risas eran carcajadas, provenientes de toda la casa, y de ningún sitio en particular. Buscamos hasta el cansancio y ahí estaba ella, bajo el acolchado, con la misma cara de nada con que llegó, burlándose de nosotros. Y el sonido era cada vez más fuerte. La agarré y sentí que a la altura del estómago tenía un aparatito; lo apreté con fuerza, pero nada…seguía riendo.
Al rato largo se calló, sin golpes, sin violencia, cuando ella lo decidió. Maldita caprichosa.
Como si acaso fuera culpa de Fede no haber conseguido al resto del clan, como si fuese culpa de Lara no reconocerla fuera del grupo, como si fuese mi culpa haber encontrado la maquinita dentro de su panza. Como si fuésemos nosotros tres los únicos culpables de su soledad.
Además, muchas ganas de sociabilizar no tiene, porque hay un montón de juguetes que estarían encantados de hacerle compañía, pero se ve que no quiere saber nada porque la dejo en el baúl con el resto, y luego aparece en un rincón, sola.
Estoy segurísima de que con ese aparato, además de fastidiarnos, se comunica con sus amigos y temo seriamente que un comando de rescate invada mi hogar.
Anoche volvió a la carga, más insoportable que nunca y quedó exiliada en el balcón. No funciona a pilas, es evidente, porque nos despertó a los gritos.
Pensé en acribillarla, pero nos pareció demasiado. Así que la ajusticié con varios golpes para lograr callarla de una vez y para siempre. Qué bueno disponer de nociones básicas de psicología infantil!
Es la última oportunidad de redimirse que le queda; si hoy llego y sigue con esa actitud, lo lamento mi querida, pero te seguirán escuchando los muchachos recolectores de residuos.
Fer (con pocas pulgas)