miércoles, 26 de octubre de 2011

Basta Fede!

Fede siempre me dice que tengo que dedicarme a escribir, aunque él ni siquiera lea mis crónicas; dice que escribo bien, que tengo que buscarle la vuelta para que alguien me lea; yo le digo que muchos me leen, pero que la mayoría son amigos, hasta ahora ninguna editorial me contrató (malditos!)
Fede me dice que le mande el link de mi blog a Hernán Casciari, para que lo lea, pero le mentí y le dije que no lo iba a hacer, que mirá si va a leer mi blog, que ni en pedo se lo mandaba, que era un pérdida de tiempo; pero la verdad es que se lo mandé hace rato, porque a mí me encanta como escribe Hernán, con esa sensibilidad que me hace emocionar, pero con Fede me hago la tonta, que bastante bien me sale y me tiro a menos.
Hoy le conté que unas de mis crónicas saldría publicada en la revista Oblogo, de la cual soy una fiel lectora, y volvió a insistirme con esto de Hernán Casciari, y me hartó. Le dije que la cortara, que ese gordo de mierda nunca iba a leer mi blog, que ya le había mandado el link para que me diera su opinión y que nunca me respondió, que él escribe veinte mil veces mejor que yo, que mi escritura es bastante pobretona, que tendría que hacer algún taller literario o algo por el estilo pero que ni tiempo tengo, y hasta creo que ni me interesa en realidad, que esto de escribir para mí, se convirtió en una costumbre, en una necesidad, como la de lavarme los dientes ni bien me levanto. Y que encontré en mi blog una buena manera de canalizar esa necesidad, y en feisbuc otra mejor opción para que otros (me)padezcan. Que así está bien, que soy feliz de todas maneras, aunque el hijo de re mil putas de Casciari esté tan ocupado en sus originales emprendimientos de revistas sin intermediarios, en su blog Orsai, en su bar en San Telmo y en otras genialidades, que ni siquiera haya sido capaz de mentirme!
Fer (como locatarsis)

lunes, 3 de octubre de 2011

Los peregrinos Indignados de Luján


Haber salido desde La Reja, nos aseguró llegar a Luján sin ampollas ni dolores insoportables de piernas.

Haber comido bananas, nos aseguró la ausencia de calambres.

Haber elegido a la Parroquia Nuestra Señora de Luján (aquí debería ir el link con la foto de Etelvina y sus secuaces) nos aseguró morirnos de hambre. Y en este punto me detendré señores, porque no es un dato menor peregrinar con hambre.

Llegamos a Rodríguez, en busca de masajes y sanguchitos, pero este santo brilló por su ausencia (cuak!), hasta que casi con vergüenza (vergüenza es robar y no llevar nada a casa, diría mi papá) preguntamos si había algo un poco más contundente que galletitas para comer y obró el milagro; de la nada misma aparecieron unos miñoncitos con jamón y queso, de copetín, pero bienvenidos de todas maneras. Deberían haber estado encanutados en alguna caja, para la gente de “su comunidad”.

Continuamos nuestro camino hacia la Virgen, y entre rezo y rezo, no voy a mentirles, pensaba con qué delicia nos estarían esperando, a modo de bienvenida luego de tantas horas de caminata.

Llegamos a Luján, la Basílica estaba cerrada por reformas, pero la Virgen nos recibió en la puerta, con amor de Madre; pudimos rezar a sus pies, agradecer y pedir por todos los que no pudieron ir. Fue un momento hermoso.

Nos dirigimos hacia el micro, que no podía estar más alejado de toda civilización y he aquí el lamentable hecho… quieren agua? Si, por favor. Acá tienen galletitas, decía Etelvina mientras estiraba en su mano un colador con galletitas adentro, sino, acá tienen galletitas saladas. Esteee, tendrían mate cocido o algo caliente? Ah, no, todavía no se calentó el agua, ustedes llegaron demasiado temprano (buuuuuu). Vayan al micro, suban, suban, no pasen frío, que se van a enfriar los músculos y va a ser peor; es que queríamos comer algo antes, tomar algo caliente. Si si si, ustedes suban que cuando esté listo todo vamos a avisarles. Tanto insistieron que accedimos, más por miedo que nos den un garrotazo en la cabeza que por ganas. Y de la comida ni noticias, hasta que vimos a un señor encender el fuego y con él nuestras ilusiones… visualizamos una bolsa llena de chorizos que a esa altura era salmón rosado a las finas hierbas.

Cuando, desde arriba del colectivo, vimos que empezaban a “salir los choris”, nuestro compañero de Caminata, Pablo Aro Geraldes, bajó en un gran acto de solidaridad para con sus co peregrinas. Pero volvió con las manos vacías. Cómo? Qué? Cómo que no? Le dijeron, sin más “no, esto lo hicimos para el grupo de jóvenes de la Parroquia, se lo hicimos a la pomarola y todo, ellos compraron los chorizos, es para ellos”.

Indignada, bajé a dar lástima con mi cansancio a cuestas, me senté en el banquito a la espera de que alguien se compadeciera de mí, pero nada che. Cero compasión. Abrieron una botella de vino, lo tomaron, se rieron (todo da a entender que de nosotros) y espero que también se hayan indigestado.

Nosotros, juntamos fuerzas y caminamos hasta la parrilla más cercana y le pedimos cuatro hamburguesas y una coca. Volví y retraté delante de todos la foto que ilustra la presente crónica y escuché a Etelvina decir “y bueno, nosotros no tenemos la culpa”.

Pensaba escribir algo a cerca de la Peregrinación Luján, pero nunca pensé que se trataría de la parte gastronómica del asunto. Ah, y fijense que quedaron cuatro chorizos sin que NADIE los coma, cuánta maldad!

Fer (el año que viene, cobrame diez pesos más, pero dame de comer!)