lunes, 19 de octubre de 2009

Los siete enanitos

Uno más lindo que el otro. Juntos, forman una escalera perfecta, y debe haber nueve meses de diferencia entre cada uno de ellos.
La mamá también es bonita, joven y de ojos muy verdes, como sus siete hijos.
Todas las tardes están en el mismo lugar, pidiendo lo que sea porque se ve que no tienen nada de nada.
“Se nos quemó la casa y perdimos lo poco que teníamos”, me dijo ella en un tono sin alteraciones, porque seguramente repetirá esa misma frase cientos de veces por día.
Pero en mi causó un efecto inmediato de tristeza.
Perder todo, literalmente todo, debe ser desolador. Y miré a esos nenes pobres pero cuidados, abrigados, y a juzgar por las apariencias, bien alimentados. E imaginé a esa mujer prolífera como una buena madre. Ella pedía, mientras los nenes jugaban ahí cerca, mientras los más grandes cuidaban a los más chicos.
Esa postal debe repetirse infinidad de veces por todas partes, no sólo en el conurbano bonaerense o en el Chaco. En cada rincón de la ciudad se ven más y más pobres. Y ser pobre duele. Estar al costado del camino viendo cómo todo pasa, duele. Como duele la panza cuando hay hambre. O el cuerpo entero, cuando hace frío.
Y es ahí cuando me pregunto si existe una “pobreza digna”. Y me animo a decir que no. La pobreza no es digna, porque indigna. No debería existir. Con una buena política de Acción Social, con inclusión para los sectores desfavorecidos, con planes de alfabetización, con voluntad política de querer cambiar las cosas. Con voluntad social. Con indignación. Porque no podemos permitir que un niño más muera por HAMBRE. Eso es lo que tiene que rebelarnos como sociedad, y llevarnos a la acción. Sin esperar algo de parte del Estado ausente y nefasto que tenemos. Ellos no van a hacer nada. Entonces… dejamos que estas criaturas sigan en esas condiciones? Podemos seguir permitiendo que muchos de ellos no lleguen al año de vida? No, por supuesto que no. Conozco gente que hace mucho por el prójimo. Pero hacen falta más almas dispuestas a erradicar la miseria. Y se puede. No es una utopía. Sería más fácil si quienes tienen las herramientas presupuestarias destinaran más fondos para todo lo mencionado anteriormente. Pero aún sin esos recursos, con esa indiferencia fatal, aún así se pueden lograr grandes avances. Si cada uno de nosotros nos lo proponemos, desde nuestra inmensa pequeñez, sumándonos como sociedad, actuando como un gran equipo con un mismo objetivo.
Suena lindo, no? Ahora, a seguir haciendo. O a comenzar a hacer.

Fer

Si tenés ropa en buen estado o cualquier otra cosa que quieras donar y no sepas a qué lugar, avisame que estoy pensando en armarme un localcito de feria americana.

No, ahora va en serio: avisame que la paso a buscar y la hago llegar a quienes más necesitados estén. Gracias!!!!!!!!!

3 comentarios:

  1. Anteayer fue 17 de octubre y con unos amigos estuvimos dándole vueltas a esa palabra tan repetida y difícil de definir que es el "peronismo". Y pensábamos que si hubiésemos sido adultos en ese 1945, seguramente, hubiéramos sido peronistas. "Justicia social" es algo que hoy suena a quimera, pero que en esa Argentina durante la Segunda Guerra Mundial el coronel Perón se animó a llevar a la práctica. Con todos sus vicios y errores, sí, pero "el pueblo" (también suena hoy a palabra vaciada de contenido) era el destinatario de las políticas. Había trabajo, era una Argentina con industria. Y el trabajador vivía dignamente.
    Nunca fui peronista. Hoy, repasando los nombres de Isabel, López Rega, Herminio Iglesias, Menem, Duhalde, Ruckauf, Kirchner, etc, creo que nunca lo seré. Pero si imagino que ese ángel que se llamó Evita estuviese vivo en el corazón de alguno de los políticos que se autoproclaman "peronistas", esa mamá y esos chicos no estarían hoy en la calle.
    Algo se perdió en el camino desde ese 1945... Los argentinos no tenemos perdón.

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  2. Es una realidad triste, pero lamentablemente sucede en cada esquina... es inaceptable que pase, es inhumano que pase. A veces, la mayoría, miramos para otro lado pensando que nosotros no somos culpables y agradeciendo a Dios o al destino que a nosotros no nos pasó. Pero sí, somos culpables de no hacer hacer nada para cambiar esa realidad y seguir cómodos en la nuestra.
    Felicito la iniciativa de Nanda

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  3. nanda esta buenisima la iniciativa. pero la caridad en nuestro lindo pais esta manchada por chantas, desde malvinas hasta el tornado de misiones, siempre lo mismo. con esto no estoy diciendo "no donar", sino que hacerlo pero de manera mas participativa, cosa de que la caridad no sea un negocio para algunos.

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