miércoles, 15 de abril de 2009

Nos vamos poniendo viejos


La miré como quien mira lo inevitable. Resignada.
Le perdoné la vida sólo por miedo a que la venganza se multiplique por siete. Pero ella parecía no inquietarse, instalada con total sentido de propiedad en mi flequillo recién cortado.
Ahí caí, sin escalas, en la cuenta de que los treinta están comenzando a dar señales amenazantes de que pronto llegarán. Para que no diga que no me avisaron.
Y no es que el paso del tiempo me atormente (o tal vez si), pero creo que son éstas, las cifras seguidas de cero las que marcan un quiebre en nuestros días. Las que llaman a pararnos dos segundos al menos y preguntarnos qué hicimos hasta ahora. No soy partidaria de balances, me aburren, sólo digo que las décadas mueven a la reflexión inevitablemente.
Pero para qué hacerme problema por adelantado. Por ahora lo único que me inquieta es esa cana maldita que no logro camuflar con el resto del pelo, porque está empecinada en dejarse ver, orgullosa de diferenciarse del resto. Cómo la odio. Por “su” culpa ahora me paso el día pensando qué color de tintura me quedaría mejor. Y es una decisión más difícil de lo que uno cree. Hay ochocientos mil millones de tonos, todos mentirosos, que jamás coincide el resultado con el que muestra la foto de la caja. Puros engaños capilares.
Porque, por ejemplo, el castaño claro ceniza profundo irisado (¿?), que en el catálogo figura con el número 6.52, queda espléndido en el pelo de la modelo, pero estoy segura de que si me lo hago, quedaría de un tono verdoso amarillento, tipo pasto seco.
Y andá a quejarte al centro de defensa del consumidor.
La otra es ponerme en manos de coloristas profesionales que de acuerdo a mi tipo de piel, corte de cara, posición de los astros y nivel de energía cósmica, me dirán qué tono es el más acertado. Pero seguramente salga de la peluquería dejando como promesa de pago, mi anillo de casada. Y tampoco es la cuestión.
Creo que lo más conveniente será hacer las pases, dejar de mirarla con tanto recelo, o tal vez ignorarla para restarle importancia.
Si total, por ahora, el castaño le gana por goleada.

Fer (no doy la edad que tengo, no que no???)

5 comentarios:

  1. Por una sola cana no hay que hacerse problema. Es más. Considero que hasta en minoría puede quedar sensual. Habrá que preocuparse cuando se sumen y, en todo caso, cuando se multipliquen.
    Con respecto a los balances: hacelo tranquila, que sin duda te va a dar superavit y no va a ser dibujado con los del INDEK

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  2. No te preocupes, ignorala. Pensá a lo yanquie: sentite ameriCANA, que podés CANAlizar tu odio dándote una vida de baCANA, como esas minas hacen un té CANAsta y miran el CANAl de cable de Cecilia Z.
    Beso

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  3. ¿a qué se debe el cambio de color del blog?

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  4. Guillermo Preocupado Anonimo17 de abril de 2009, 2:28 p. m.

    dichosos los que hablan de canas, mi acelerada calvicie me esta matando, eso no se arregla ni con tintura. Dios es injusto, me dio pelo donde no lo necesito.

    Tal vez con Shuanek lo arregle...pero tengo q hipotecar mi casa y prostituir a mi mujer.

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  5. Es una sola cana la que te trae tal disgusto?
    Una sola? Yo tengo la solución! Arrancala.

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