jueves, 27 de diciembre de 2012
Mala Pata
martes, 30 de octubre de 2012
Siete
jueves, 25 de octubre de 2012
Y las montañas se moverán!
martes, 2 de octubre de 2012
HELP, I NEED SOMEBODY!

martes, 18 de septiembre de 2012
Sacadito
A alguien iba a tocarle ser el destinatario de esa ira contenida y por un lado, lamenté haber sido yo, pero por otro, lo agradecí porque de otra manera todo esto no existiría.
Ahora, que ya pasó el huracán, que mis pulsaciones se normalizaron y mi vida no está más en riesgo; ahora que puedo analizar lo sucedido, llego a la conclusión de que el tipo tuvo razón en sacarse.
Yo, arbitrariamente, imagino que hace poco menos de veinte años que debe haberse comprado ese puesto de diario, con el dinero que recibió de la indemnización luego de otros veinte años de trabajo en un banco, y desde esa fecha que el tipo viene haciendo de guía filcar humana, contestando, amablemente, en sus comienzos, qué línea de colectivo te deja aquí, allá, o en el más allá; pensando si hay cajeros banelco en su circunferencia, haciendo combinaciones de subtes mentales para que el otro, el desorientando, llegue a destino; pero resulta que el tipo se puso un puesto de diarios y vende menos de lo que guía, entonces ahí se debe haber empezado a hinchar las bolas.
Y llegué yo, perdida como siempre, y tuve la mala idea de preguntarle a él, justo a él, en su mismísimo día D, dónde quedaba la calle 25 de mayo y claro, el tipo explotó con veinte años encima de acumular bronca, y me gritó no a mí, bueno, en realidad sí, pero no solamente a mi, me gritó a mi en nombre de los miles de transeúntes que alguna vez le habrán preguntado algo sin comprarle nada. Yo lo miré con una sonrisa, porque pensé que era un chiste, que el tipo estaba haciéndome un chiste, un chascarrillo, una broma de martes a la mañana, pero no señores, el tipo estaba hablando en serio, muy en serio, hasta quizás haya sido la vez que más en serio habló en su vida.
Entonces, viendo que la cosa venía pesuti, que si no tomaba una decisión rápida y efectiva, iba a partirme la cabeza con una pila enorme de diarios, lo primero que hice fue alejarme del punto de peligro y lo segundo fue decirle que no se hiciera problema, que gracias de todas maneras. Pero estaba tan fuera de sí, que seguí escuchando, por una cuadra y media más “la puta que te pariooooo, andá a preguntarle a un policía donde queda la calle 25 de mayo, que debe quedar en la concha de tu hermanaaaa” epa, epa, ahí se fue al carajo. Y no justifiqué el exabrupto, pero juro lo entendí.
Fer (Wolski: para el día de la madre quiero/necesito un gps, gracias)
martes, 11 de septiembre de 2012
Señorita maestra
lunes, 18 de junio de 2012
Locos por el fútbol
jueves, 31 de mayo de 2012
El más romántico
viernes, 18 de mayo de 2012
Arroz con leche
miércoles, 4 de abril de 2012
Mollo, el desterrado

Fer, viste la tarjeta que nos
dejaron bajo la puerta? Eh?! Qué tarjeta? No vi nada…
Y me entrega un sobre cerrado y
una plancha de stickers de princesas, con una notita que decía “para la
primogénita. Cariñitos”. Eso me dio miedo.
Lo primero que pensé fue que era una joda, pero no. La tarjeta era una
típica tarjeta de saludos Navideños pero estaba llena de acotaciones y “buenos deseos” escritos en tinta roja. La
letra prolija y llena de firuletes se la adjudiqué aleatoriamente a una vecina
vieja y rompe pelotas, porque el asunto no incluía firmas.
El “queridos vecinos” escrito en
el sobre me sonó irónico y era más que obvio que había un mensaje subliminal
dirigido a quien escribe, a Fede y a nuestro querido Mollo. Malditos anónimos.
Lo que decía, lo podrán leer
ustedes mismos en la imagen que ilustra esta crónica; yo voy a contarles el
efecto de esa causa.
Mollo ladra, es perro; ladra
cuando se queda solo, cuando se le parte el corazón y no puede soportar el
vacío de no tenerme cerca; ladra porque no tiene otra forma de manifestar sus tristezas ni alegrías, ladra porque es
así, porque los perros ladran y los bebés lloran y los adultos gritan.
Todo ese párrafo debería haber
sido escrito en tiempo pasado, porque
después de haber recibido el sobre, nada fue igual…
Decidimos llevarlo de vacaciones
para evitarle ladridos y llantos (y de paso, evitarnos que nos rajen del
barrio).
Parecía que sabía que estaba de
regalo; era un señor, calladito, ni mu. Llegaba a la playa, hacía un pozo bajo
la sombra y ahí se quedaba, tan buenito. En los restó(ranes), ni hacia muecas
de ligar algo de comida, en la casa que alquilamos, no hizo pis adentro ni una
sola vez. Ejemplar.
Cuando se acabó la buena vida y
regresamos a la rutina, comenzó a quedarse solo nuevamente y sin salida al
balcón por los reclamos recibidos. Y Oh, sorpresa! El milagro sucedió! Tanto
pedirle a Dios que me escuchó.
Hace sus necesidades en el
diario, no ladra, no llora; me saluda, lo acaricio, y se queda acostado en el
sillón viendo cartoon network o el noticero, dependiendo de sus ganas. Un
genio.
Al final, vecina vieja
hinchapelotas y anónima, nos hiciste un favor.
Fer (en silencio)
martes, 28 de febrero de 2012
Cuatro

sábado, 21 de enero de 2012
Al Infinito y más allá!

Apenas subí, en ese mismo instante creo, o quizás mientras pisaba los peldaños para entrar, recordé todo; los recuerdos que siempre recuerdo, los olvidados, los adormecidos … tuve que sentarme un rato para disfrutarlos, para alargarlos, para que se quedaran un poquito más conmigo, para no quedarme sola otra vez.
Recordé el viento en la cara, el calor, el frío, las líneas blancas en la ruta infinita; recordé el nesquik haciendo equilibrio en mi vaso, en nuestros vasos, la habilidad de mi mamá para cebar esos mates que aún no tomábamos y dárselos, sorteando pozos y criaturas, a mi papá que manejaba con la vista fija en el horizonte.
Recordé a mis hermanos jugando y peleando, a mi hermana Erika cantando “quiero bife con puré/quiero bife con puré” durante siglos; los veinte mil cuánto falta, los veinte mil uno cuando se acerque aquel arbolito, ves? ahí habremos llegado; recordé también, los espejismos de agua, el asfalto caliente, la Patagonia desierta, personas haciendo dedo y mi papá parando a un costado para llevarlos (y justo ahí recordé a una parejita que nos robó toda la comida que teníamos guardada y pájaro que comió, voló).
Recordé la cama cucheta y la otra de más abajo que si sufrías un poco de claustrofobia, debías abstenerte; las risas y los llantos, la espera, la ansiedad, la alegría de estar todos juntos, en ese espacio reducido, compartiendo los días con sus noches, los paisajes y la hermosa sensación de viajar.
Leonardo Favio sonaba de fondo, pantalón cortito/bolsita de los recuerdos/pantalón cortito/con un solo tirador/ y yo cantaba todas sus canciones porque me gustaban y porque de tanto escucharlas, las había aprendido de memoria; recordé las estaciones de servicio y mis hermanos sosteniéndome para que no me volara, los guanacos, la escupida del guanaco, las ovejas y mi papá diciéndome (mintiéndome) que ya nos regalaría una para tenerla en casa.
Recordé la barcaza, el mareo, el Estrecho de Magallanes y las nutrias haciéndole carrera al mar; el Valle de Río Negro con sus uvas elegantes, sus manzanas al costado del camino, sus peras riquísimas y ese verde esmeralda que teñía todo el paisaje.
Recordé los recuerdos de otros, de mi hermana sacando el freno de mano y mi papá corriendo al lado para subirse y salvarle la vida ( y en la corrida, perder toda la plata del viaje), de la araña tarántula que vio mi hermana Cynthia que justo es aracnofóbica, de mi mamá contando que el primer viaje de Cynthia en el camión fue a sus veinte tres días de vida y recordé todas las anécdotas y cuentos e historias inventadas y agrandadas a fuerza de repetición.
Recordé todo eso y más y me vinieron unas ganas irrefrenables de partir.
Fer (me acuerdo que alumbrábamos a las libres con una linterna y se quedaban duras, pobrecitas)