jueves, 29 de enero de 2009

Padres Primerizos




Como muchos padres primerizos, yo no fui la excepción.
Busqué nombres en cuanta página de Internet encontré (no se gasta plata en comprar esos libritos), leí todos los artículos de embarazadas para ver si era normal que mis pies se hincharan como una empanada, que no pudiera dormir de noche, que mi cintura (o lo que quedaba de ella) estuviera destrozada, o si mi caso era único y perdido.
Para mi tranquilidad, supe que las embarazadas retienen líquidos, que la sal hace que esos líquidos se retengan aún más y que, aunque suene paradójico, a esa retención, se la combate con dos litros de agua por día. Que la panza hace que la única forma posible para dormir sea boca arriba (aunque se alterne de ambos costados) y que el dolor de cintura es lo más normal del mundo, cuando el envase es chico y el contenido grande. Asombroso.
Me suscribí en distintos sitios donde me enviaban, semana a semana, cómo iba creciendo mi bebé dentro de la panza, y traté, en vano, de comprender tanto milagro a sólo centímetros de mi piel.
Busqué las mil maneras de saber qué probabilidad genética iba a tener la criatura de heredar los ojos azules del padre. Los porcentajes me atormentaron: 35% ojos marrones, 48 % de otro color, 17% azules. De-vas-ta-dor. Después comprobé que la minoría, esta vez, ganó por goleada porque Lara tiene unos faroles tremendamente azules.
Leí muchas cosas útiles, pero muchísimas otras absolutamente inservibles. Consejos absurdos imposibles de poner en práctica, a menos que dispongas de una suma importante para derivar al cuidado del cuerpo (antes y después del parto obvio).
Fui, sin ninguna opción, al curso de pre parto, y tuve que soportar tanta estupidez concentrada, que fue increíble salir ilesa. Presencié preguntas que se respondían solas, inquietudes de otras galaxias y padres idiotizados por sus esposas insoportables. Ahí me di cuenta de que todo es tan simple y me costó entender por qué, en general, la gente se preocupa en complicar la vida, como si la simpleza le quitara importancia a las cosas.
Yo, particularmente, viví un embarazo sin demasiadas alteraciones (salvo las mencionadas más arriba). No tuve vómitos, ni náuseas, ni mareos, ni antojos, ni nada relacionado con el hecho de tener una persona dentro. Haber roto bolsa en mi casa a las 2 de la mañana luego de un eclipse de luna, fue lo más hermoso que me había pasado hasta ese momento. Y ni hablar del nacimiento. Pura felicidad.
A pesar de los miedos naturales de lo desconocido, hice lo único que debía hacer: pujar. Pujar con fuerza, concentrada sólo en la respiración y en mi bebé, que necesitaba de mi ayuda para nacer. Y así fue como Lara vino a este mundo. Hermosa, enchastrada, violeta y con la cabeza ovalada, según dijo el papá, quien tuvo el privilegio de tenerla en brazos esos primeros instantes de vida.
No tuve depresión post parto, no extrañé la panza que ya me impedía hacer cualquier movimiento arriesgado como ser atarme los cordones de las zapatillas o simplemente, caminar medio metro sin agitarme. Ya la tenía conmigo, ese era mi mejor recompensa por haber estado deforme casi 9 meses.
Mi cuerpo volvió milagrosamente a la normalidad y hasta el día de hoy, me asombra cuánto puede estirarse la piel y volver a ser lo que era, sin dejar ni rastros siquiera de lo que antes hubo.

Pasados los cuatro meses luego de que naciera nuestra bebé, vivíamos en un dos ambientes, muy lindo, decorado a nuestro gusto, pero dos ambientes al fin. Y mientras las revistas y las páginas de Internet publicaban cómo elegir la mejor decoración para el cuarto de tu bebé de acuerdo a las últimas tendencias de la moda, yo me mataba pensando cómo iba a hacer para que la practicuna (quien fue nuestra mejor aliada) entrase en los pocos metros que quedaban entre nuestro sommier y la mesita de luz. Me convertí en una malabarista subiendo y bajando el cochecito con bebé y perro incluido, por las escaleras angostas que separaban el departamento del exterior. Y cuando el “huevito” comenzó a juntarse con las sillas y las sillas con el carrito y el carrito con nosotros, caí en la cuenta de que la necesidad de una mudanza era inminente.
Y así fue… cuando llegamos al nuevo hogar, casi tres veces más grande que el anterior, nos invadió el misterio de cómo habíamos hecho para tener tantas cosas dentro de 38m2! Y ahí si pudimos decorara el cuarto, sin ninguna revista de por medio, para que Lara tuviese su espacio (y nosotros el nuestro).
Ser padres no es tarea fácil, pero no tengo dudas de que es lo mejor que pude pasarnos como seres humanos. Eso sin contar las noches de insomnio, los llantos incesantes, los benditos cólicos y demases. Pero eso ya entraría en otro capítulo. Por ahora, elijo, quedarme con lo lindo.


Fer

5 comentarios:

  1. Qué placer lo que escribiste. Me sentí identificado. Y más aún, me sentí casi protagonista. El Pueblo pide más Crónicas de Nandaaaaaa!!!!!!!!!!!!
    Abrazo

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  2. Mamitaaa hermosaaa! me encantó lo que escribiste! te quiero!

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  3. que lindo recordar estos momentos...
    Paso a contarte brevemente el punto de vista del padre:
    *no entendes nada hasta cuando empezas a ver a tu mujer que se va convirtiendo en un hermoso globo aerostatico. Ahi decis, uahhhhhuuuuu voy a ser padre.
    *buscas nombres y vas descartando uno a uno cuando le encontras una maldita rima. ej benito camela
    *Acompañas como el sgto Cabral a tu mujer a todo tipo de revisacion medica. Y preguntas siempre las mismas pavadas.
    *te preguntas como carajo debe ser una contraccion, y lo comparas con un pelotazo en los huevos, creemos que es lo mas cercano...
    *te peleas con viejas chotas, como una vieja chota, cuando no le quieren dar el asiento a "tu panza" en el colec, subte, tren.
    *por las noches acaraciamos "la panza" en un acto de amor incalculable, y no nos damos cuenta que podemos despertar a nuestra pareja que tardo 2 horas en poder conciliar el sueño.
    *alrededor de los 7 meses, cuando se ven esos movimientos intensos en la panza, nos parece lo mas parecido a Alien 1 2 y 3 que vimos.
    Y cuando llega el momento de las contracciones, lo primero que hacemos es molestar preguntando si le duele, si se siente bien y respiramos a la par porque somos unos grandes respiradores de oxigeno ( gracias al curso de pre parto )

    y recien ahi, cuando tenemos a ese milagro inexplicable materializado en nuestros brazos, recien ahi nos cae la ficha del "soy papá"

    Gracias mujeres por compartir con nosotros lo mas preciado de la vida, la vida misma.

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  4. Estoy super orgullosa de vos FEr!! te quiero Mucho! Lau Peon

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  5. Fer! que talento amiga!!! siempre te dije que eras muy buena escribiendo y me alegro que a traves de este blog puedas seguir expresandote y desarrollando tu faceta de escritora!!!
    muchos exitos!!! te quiero mucho!!!

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